viernes, 19 de octubre de 2012

Adiós a un Torero


La mala suerte que ha perseguido a mi familia y amigos durante estos últimos meses hizo que abandonara este blog sin ideas ni ganas de hacer ninguna entrada. Y parecía que iba recobrando la ilusión y estaba ya deseoso de que volvieran a visitarme las musas (si es que alguna vez lo hicieron), cuando una pésima noticia ha terminado por espantarlas –aunque, por el contrario, me ha puesto en la obligación de rendir un homenaje a un amigo torero que de forma trágica nos dejaba el pasado martes.

No tomó la alternativa. Ni siquiera llegó a debutar sin picadores (eso sí, alguna que otra vez toreó como aficionado práctico e incluso llegó a compartir cartel con el maestro Dámaso González), pero eso no le impidió caminar por la vida con el orgullo de un matador consagrado, con la frente bien alta ante las adversidades que se le plantearan y desoyendo cualquier consejo que él considerara denigrante para su condición de figurón del toreo.

Imagino que si hubiera podido elegir le hubiera gustado que fuera un Miura en su plaza de Valencia, a la hora de entrar a matar –como a Manolete, o al Yiyo- tras un faenón de rabo. Pero  no pudo ser. Quiso la desgracia que los pitones del marrajo se transformaran en faros de un BMW que le embistió en mitad de la calle. Y ni siquiera pudo cuadrarse a recibirlo, que lo pilló a traición. Con más de media vida por delante y la ilusión puesta en un novillero al que ayudaba en su nueva faceta de apoderado, sus sueños de gloria se vieron truncados en una noche otoñal en la que nos dejó a todos los que lo conocíamos un vacío imposible de rellenar.

Cuentan –y no dudo que así fue- que esa noche en el Cielo se montó la mayor timba de póquer que por allí han conocido. Y que, al alba, resacosos por los gin-tonics que no faltaron, los ángeles hacían cola para empujar el carretón mientras mi amigo Luismi –Sorianito de Paterna en los carteles- dibujaba las verónicas que en su anterior vida soñara.

miércoles, 16 de mayo de 2012

TORERO DE ARTE

Nada, que no hay forma de quitárselo de la cabeza. Mi primo Lucas, quien con varios años de retraso –escolar, aclaro, que no quiero problemas familiares- por fin acaba de terminar un ciclo formativo de grado medio de administrativo, dice ahora que lo que quiere ser es torero. Pero no un torero de los buenos, porque eso es muy difícil, sino un torero artista, como Aparicio y Morante. Y no hay quien le apee del burro: que el trabajo está muy mal por ahí afuera  y que con tres tardes en Sevilla, dos en Madrid y Bilbao y algo por ahí suelto en plazas como Alicante, Salamanca, Burgos, Palencia, Badajoz o Almería, al dinero que corresponda a su caché, juntará más que en toda una vida en despachos entre facturas y albaranes.
Tiene todo bien previsto. De momento ya se ha alquilado un loft en Mairena del Aljarafe (es casi obligatorio estar afincado entre Écija y Jerez, dice) y ha contratado al retirado banderillero “Gallito de Triana” para que preste nombre e imagen a una supuesta relación de aprendizaje-apoderamiento que les permita ir algún día al palco del Plus a publicitarse. Y, lo más importante de todo, se ha inscrito en el Registro con el nombre artístico de “Currito del Aljarafe”. Sobradamente sabe que es una traición a toda su estirpe y al pueblo en el que se crió, pero si se anunciara como “Lucas el de la Aurelia” o “El Niño de Requena” le exigirían demostrar el presunto arte delante de la cara de un toro.
Por último, ha colocado en nómina a un buen informático para que haga un montaje de “photoshop” que sirva como currículum, aunque en realidad la única vez en su vida que ha toreado fue ante una vaca de dudosa sangre brava que compraron en Minglanilla para una despedida de soltero. Y, casi más importante que lo anterior, debe encargarse de mantener actualizados el twitter, facebook y demás redes sociales en las que le cree un perfil de novillero puntero que de forma simpática y sencilla atienda a sus seguidores. Lo demás, con un poco de suerte y dinero, vendrá de forma fácil, sin mucho esfuerzo y sin necesidad siquiera de tener la más mínima técnica ni valor. Y si no, que pregunten a Morante y a Aparicio.

martes, 13 de marzo de 2012

Comienzo de Fallas

Han transcurrido las dos primeras de abono de la feria de Fallas y uno tiene la sensación de haber pasado por eso de las duchas de contraste de un Spa (de los de lujo, por supuesto, dado el precio de las localidades). De calor, el chorro, el primer día, con una corrida muy bien presentada de Adolfo Martín y de juego interesante, con toros complicados, alguno de dulce y un par de ellos encastados. Con tal material, bastante es que los toreros se anunciaran para guardarles el mayor de los respetos. Más aún, David Esteve se gustó a ratos con el noble tercero y Castaño se mostró como un buen lidiador y torero poderoso frente al bravucón quinto.
Sin embargo, no quiero pasar sin reprochar al salmantino que cada torero debe tener su propia personalidad y no ir de imitador de nadie ni tratar de cubrir huecos que ciertos sectores de aficionados quieren rellenar (de hecho llevan ya tiempo intentándolo y no encuentran al sustito adecuado). Debería saber Javier, además, que todos esas cosas de montera calada en la faena de muleta, hombreras enormes (a eso aún no ha llegado, pero todo se andará),  y demás detalles, con los que se busca recordar la torería de antaño, se quedan en tonterías desde el momento en que sale al último de los tercios con un trozo de madera en lugar de la espada de verdad.
El chorro frío (o helado, más bien) fue la corrida del domingo, con los tres mediáticos en el cartel. O mejor dicho, dos mediáticos y otro con gran tirón de masa popular, como es El Fandi. Nada tengo que reprochar a este torero, pues es un muchacho honrado que da todo lo que tiene e intenta hacerlo lo mejor posible (cosa distinta es que no sepa más). Además, lleva mucha gente joven al tendido y con suerte algunos de ellos se engancharán y se convertirán en buenos y asiduos aficionados, que falta nos hacen.
Lo de los otros dos es caso aparte. Llega un momento en la plaza en que se olvidan de la seriedad de su profesión y se convierten en títeres de la charlotada, pendientes más del público y sus exigencias que de hacer el toreo de verdad. Y mira que enfrente tuvieron unos toretes que se dejaron hacer (y no poco). Pues nada, ellos a su circo: salto de la rana, rodillazos, trapazos mirando al tendido, culerinas, más rodillazos, guiños y sonrisas a la solanera,…Y luego, encima, quieren que se les respete.


martes, 28 de febrero de 2012

¿De Mesías a fallida promesa?

           Vaya por delante que no sé mucho del tema –porque me gustan los toros en la plaza y paso del resto de politiqueos-, pero no paro de escuchar cosas como que, debido a las trabas que un grupo de toreros (los del G-10) están planteando, los empresarios han tenido que salir del paso confeccionando los carteles de la manera que mejor pueden. Y que hay una serie de matadores, dentro de ese mismo grupo, que se están viendo más perjudicados que otros y se han quedado fuera de las principales ferias de inicio de la temporada (Castellón, Valencia, Sevilla,…).
            Y mientras tanto, el Mesías, desaparecido. De él se sabe que no se sabe mucho. Es decir, casi nada aparte de que, aunque no es de ningún g-nosécuántos, tampoco estará en estas plazas porque no ha querido. La noticia no es nada nueva. Al contrario, lo sorprendente hubiera sido ver su nombre en los carteles, pues ya nos tiene acostumbrados a hacer su guerra por su cuenta: plazas de segunda que huelen a tercera, toritos afeitados escogidos, compañeros  vetados y  autobuses y aviones de forofos partidarios que, desde cualquier parte del mundo, acuden a alabarle todo lo que hace en el ruedo  porque han escuchado que es un fuera de serie. Un mito, vamos.
Si yo fuera él, lo tendría más que claro. Mi hombría torera haría que no me importara que me televisaran una corrida en Valencia. Y tampoco me quedaba fuera de la Feria de Abril (o del Domingo de Resurrección) de Sevilla, por unas pocas perras (eso, a estas alturas de su carrera,  huele a pesetero más que a Torero con amor propio). Es más, aunque me costara el mayor esfuerzo del mundo, haría todo lo imposible, con el fin de tapar esta boca y la de muchos aficionados que, como yo, le recriminan todo lo anterior. Y, si realmente atesorara todas las virtudes que los incondicionales aduladores relatan, seguro que aprovecharía el caos reinante para dar un golpe de mesa y hacerme con el cetro del toreo sin dejar lugar a ningún tipo de discusiones ni suspicacias. Pero claro, yo no soy él y él, sin ser yo, posiblemente sepa que no me falta razón.

sábado, 28 de enero de 2012

Fallas para aficionados

Por fin parió la burra. Ya están aquí los carteles de Fallas y, para la alegría de los buenos aficionados, la verdad es que son una mierda (con perdón). Y, dada su alta susceptibilidad y la facilidad de éstos para sentirse ofendidos a la mínima, que quede bien claro que los catalogo así porque como tales se autoproclaman ellos mismos en foros, grupos de discusión en páginas de redes sociales y blogs taurinos, al afirmar que los realmente entendidos son aquellos que acuden a la plaza los días que en los carteles se anuncian toreros segundones -da igual el ganado, aunque si no lleva Domecq en su nombre mejor todavía-.
 El resto somos chusma, público de clavel, espectadores paletos y no sé qué más cosas que, ante el dilema de a qué festejo asistir (maldita crisis), acudimos al reclamo de unas figuras que nos engañan. Y lo hacen  porque, según sus opiniones, el toreo realmente auténtico corre a cargo de los desgraciados que no han tenido la suerte de triunfar todavía (aunque algunos lo llevan intentando media vida).
Pues nada, así será si ellos lo dicen. No me da ninguna vergüenza reconocer que soy el peor de toda esa escoria: prefiero cinco  verónicas y media de Morante antes que diez mil capotazos de todos los demás del escalafón –incluidos los G9 restantes-. Y afirmo, con orgullo, que me ofrece mucha más garantía el poderío y mano baja de El Juli, la clase, largura y despaciosidad de Manzanares, el valor sereno y la facilidad para templar en cercanías de Castella y Perera, la mano izquierda de El Cid y la maestría y capacidad de Enrique Ponce (del que critican, sin razón alguna, su doble presencia en los carteles) que los José Calvo, Thomas Dufau  (¿?), Alberto Aguilar, etc., quienes, nerviosos y acelerados por la necesidad de triunfos ante la cercanía de la cola del paro, y excusándose en la falta de actividad, posiblemente no estarán a la altura de las circunstancias.
Y aunque lo de Padilla en Zaragoza me conmovió y me dio tanta lástima como al que más, no me sonrojo al afirmar que no me atrae en absoluto su presencia en uno de los pocos carteles estrellas del ciclo fallero, junto a Manzanares y Talavante. Pero ya les dije que no soy tan buen aficionado como aquellos que años atrás se burlaban de su tauromaquia (y hasta de su persona) y ahora ven con buenos ojos su inclusión. Ni tan buen aficionado, ni tan hipócrita.

miércoles, 11 de enero de 2012

¿Temporada de recortes?

Tras unos largos meses en los que mi crisis no sólo ha sido económica, sino también de ideas y de ganas de escribir, hoy retomo el blog con ilusiones renovadas. Y lo hago porque a punto está de empezar una nueva temporada. Atrás han quedado los aburridos meses de invierno de improductivas reuniones del G-nosécuántos, de licitaciones por plazas de toros (Las Ventas incluida), de innumerables gestas en América a las que, excepto en muy contadas ocasiones, suelo dar poca importancia y de cambios de apoderamiento de unos cuantos toreros en paro que, con toda probabilidad -salvo un golpe de suerte en Madrid,  o una retirada a tiempo-, volverán a ser noticia el próximo año por idéntico motivo.
Y, mientras se empiezan a fraguar las primeras ferias, la palabra de moda en España –“recortes”- ocupa la mente y preocupa a los bolsillos de los distintos estamentos taurinos. En primer lugar, de los profesionales (aquellos que viven o intentan vivir del toro, muchos de ellos con poca profesionalidad), ya que deberán recortar sus pretendidos honorarios si quieren figurar en los carteles. Por otro lado, de los propios empresarios –los que contratan cualquier cosa con el único fin de obtener el mayor beneficio posible-, pues si los primeros no recortan, tendrán que sustituir las corridas por espectáculos de recortes (mucho más baratos y con lleno asegurado). Y, por último, de los aficionados (pobres ciudadanos de a pie, en su mayoría, a los que el gobierno ha recortado bastante), que ya nos estamos temiendo que en vez de recortes en los precios de las entradas como incentivo, lo que nos van a recortar será la calidad de los festejos y, lo que es peor aún, los ya bastante recortados pitones y el cuajo de los bichejos que casi todas las tardes nos cuelan como toros.