domingo, 11 de septiembre de 2011

Complicada novillada en la segunda de abono de Albacete


Aunque venía siendo tradicional comenzar el abono con las dos novilladas, optó este año la empresa por abrir con una corrida el viernes y dejar para hoy sábado la primera de los aprendices. Buena la estrategia mercantilista, pues con más de cuatro mil abonados en la plaza y junto a los que aprovechando el fin de semana para visitar la Feria (de interés turístico internacional, que conste) pasan por taquilla y entran a lo que se haya programado, se aseguran –como a la postre ha ocurrido- tres cuartos largos de plaza en una espectáculo en el que dos chavales de la escuela taurina de Albacete, junto con otro puntero, han despachado una muy seria novillada de Hermanos Collado Ruiz. A alguno de ellos le faltaba poco para ser cuatreño y todos podrían haber sido lidiados como toros en casi cualquier otra plaza de segunda.  Encima, en general se movieron -alguno con casta y con genio la mayoría- y en los tendidos quedó la sensación de que los toros pudieron con los toreros.
Abría cartel David Galván, del que dicen que torea bastante por ahí y que no lo hace mal. Hoy también ha toreado mucho, pero sin decir absolutamente nada. Se le adivina oficio, aunque sus dos oponentes le han venido grandes, sobre todo el encastado primero con el que simplemente no ha podido acoplarse. El cuarto sacó genio y, a mi modesto entender, se quedó crudo en el caballo. Lo intentó por ambos pitones y la cosa quedó en la voluntad del diestro ante una complicada embestida.
Lo seguía en orden el albaceteño Alberto Pozo, que sorteó el lote de más posibilidades, sobre todo el segundo, que fue el de más clara y boyante acometida de la corrida, y con el que también dio muchos pases ante la indiferencia del público, parte del cual terminó por ponerse de parte del novillo. Banderilleó a sus dos oponentes, y le echó muchas ganas con capote y muleta. Tantas, que en el mirón quinto fue prendido de mala manera, recibiendo un palizón. Esto, junto al paisanaje y su actitud (que no su aptitud) hizo que se le pidiera una cariñosa oreja que el Presidente, equivocadamente, no quiso conceder. Hubo mayoría sobrada -aunque la labor no fuera meritoria de ella- pero la ley es la ley y está muy feo que un comisario de policía, para más inri, se la salte a la torera (y nunca mejor dicho).
Cerraba el cartel el debutante –y también local- Sergio Felipe. Se le ha visto verde para lo que le ha tocado en suerte, pero aún así, bastante ha sido que el muchacho ha aguantado en la cara de los dos novillos sin perder los papeles e incluso demostrando que tiene mejores maneras de las que su nombre artístico hace presagiar. Por cierto, que en su primer enemigo, Javier Perea estuvo sensacional en la brega con el capote. Ojo, los descubridores de nuevos talentos, que no es la primera vez que lo hace y puede que haya ahí un gran torero de plata. Tiempo al tiempo.

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