domingo, 27 de marzo de 2011

Reflexiones tras las Fallas


Aunque hace ya más de una semana que terminó el ciclo taurino fallero, la falta de tiempo me ha hecho imposible realizar hasta ahora mi pequeña aportación a la inmensa cantidad de resúmenes  que a estas alturas ya deben circular por la blogosfera taurina. Me juego el cuello a que coincido con casi todos mis compañeros en que ha resultado vergonzosa la presentación de la mayoría de los toros que, con el beneplácito de veterinarios y presidentes de turno, han saltado al ruedo. Además, una vez más se ha cumplido el Teorema de las Figuras de Pacotilla, que más o menos viene a decir que “el trapío de los toros que saltan al ruedo, es inversamente proporcional al caché de los toreros que se encargan de darles lidia y muerte”. Si a esto le añadimos la crisis en la que nos hayamos sumidos y que, por menos de lo que pagaríamos por la almohadilla, podemos levantarnos de la siesta y disfrutar tranquilamente de la corrida en casa, relajados en el sillón, sin mojarnos ni pasar frío, ni calor, ni agobios de transporte público, pues ocurre lo que ha ocurrido porque tenía que ocurrir: que, quitando un par de tardes, el resto ha quedado mucho papel sin vender (y encima del de sombra, que es el caro).
Por cierto, que uno de los grandes fracasos del cada vez menos maestro Enrique Ponce –quien, como se descuide, se va del Toreo de puntillas-, es que no fue capaz de llenar ni tres cuartos de plaza el día de San José. Claro, que si la gente hubiera sabido la gatada que iba a salir por chiqueros, quizás no habrían ido ni las falleras que pasaban gratis. (¿O, acaso, esa chufla de marketing machista fue otro día y no el 19?). Marketing, y nada más que marketing, porque Simón, Nacho y compañía seguramente piensan que toda señora o señorita que va a los toros no lo hace sola, sino que necesita compañía masculina, que sí que cotiza en taquilla por las ganas de la parienta de ir un día a lucir moños y peineta por si la sacan los del Plus en la tele. Y porque, si en vez de marketing, se hubiera tratado de un detalle, ¿por qué no lo tuvieron cada tarde con un colectivo? Por ejemplo: un día con los abonados de otros años que éste se encontraran en situación de desempleo; al otro, con los niños y adolescentes, que serán los que en el futuro deben mantener vivo este grandioso espectáculo; etc., etc... Pues porque no. Porque los parados vienen solitos, sin nadie que tenga que sacar una entrada para acompañarlos. Y en cuanto a los niños, no tienen la misma fuerza de arrastre que la esposa, amiga, novia o querida, que, según dicen, tiran más que dos carretas.
Para terminar, que me voy poniendo pesado ya, no voy a entrar en pormenores respecto a actuaciones de toreros y juegos de toros, pues más o menos lo he venido haciendo en la medida de lo que he podido opinar. Pero sí que he de confesar que se dibujó una sonrisa en mi cara cuando leí que Manzanares había sido declarado el triunfador oficial de las Fallas 2011. Y eso que la mayoría de los miembros del jurado, unos días antes, proclamaban en sus escritos que el alicantino había perdido el triunfo por el mal manejo de los aceros. ¿En qué quedamos entonces? ¿Acaso se disfrazan de Mr. Hyde cuando, a la hora de votar, echan mano de la ya abolida Ley del Paisanaje? Me da a mí que sí. Menos mal que, al menos, no se les ocurrió crear sobre la marcha el Premio al Detalle Torero y soltárselo al Barrera (Vicente), por la vergonzante ocurrencia del sobrero el día 12.

sábado, 19 de marzo de 2011

Con éstos sí que se puede triunfar

Emocionantes las embestidas del cuarto. Eso sí que es un toro de triunfo, con independencia de su bravura en el caballo. Y me explico, antes de que alguien me crucifique o, casi peor, me queme aprovechando la noche del 19. Me gusta, evidentemente, un buen puyazo. Y ver a un toro arrancarse de largo y, con la cara debajo del peto, empujar con los riñones, con fijeza, creciéndose ante el castigo y romanear. Y tiempos atrás, cuando la lidia del toro se basaba en las acometidas al caballo para atemperar su embestida y a una breve faena del matador sobre las piernas para matarlo, el uso de estos parámetros como instrumento básico a la hora de medir su condición era lógico.
Pero las artes se modernizan y el toreo, como tal, no ha de ser menos. Hoy en día han cobrado peso otros tercios, en especial el último; y, dentro de este, la faena de muleta. Es más, todo el mundo del toro asume que es esta labor (si es rematada con la espada, claro) la que debe –o no- propiciar el triunfo a los toreros. Da igual que se haya bordado la actuación con el capote, lo que haya ocurrido en el encuentro con el caballo o durante el tercio de banderillas, e incluso que el torero recete la estocada del siglo. Sin treinta pases con la muleta (y no de cualquier manera, que exigimos que sean templados, artísticos, que el torero se cruce, que no meta el pico, que la suerte esté cargada, que no cite fueracacho, que dé la distancia correcta, que se lo pase cerca, que no ceda terreno, que lleve al toro toreado y que ligue los muletazos, como mínimo) lo más normal, salvo contadas excepciones, es que nadie corte una oreja. Y más vale que no lo hagan, que los más entendidos serán los primeros en cuestionarla.
Una vez asumidos estos cambios y los tiempos modernos en que vivimos (no los de Chaplin, sino los del siglo XXI), deberíamos pensar que el prototipo de  toro de triunfo, que no se debe marchar con orejas, es el que lidió en segundo lugar el Cid (y algún otro de los que ayer saltaron al ruedo, pero éste sobre todo). Qué gustazo verlo, antes de la faena de muleta, en las banderillas, cuando en un capotazo de Cayetano giró casi 360 grados, planeando. Y cómo, con inusitada fijeza, esperaba a que Perera esperara la retirada del picador para instrumentarle un quite. La misma fijeza que demostraba entre tanda y tanda, antes de galopar con alegría, ritmo y nobleza hacia la poderosa muleta del El Cid, quien, con mano baja, ligazón y largo trazo en sus muletazos, templó las repetitivas embestidas encastadas de la res, realizando la que de momento puede ser la faena de la feria (si hubiera cortado un poco antes la labor, mucho mejor hubiera sido). En su otro toro llevó a cabo una medida y templada labor ante un toro de buena condición que le vino pequeño dada la escasa transmisión de sus embestidas.
Además de esto, se vieron otras cosas importantes, como una muy firme actuación de Perera ante dos toros de muy distinta condición. Bueno su pequeñajo primero, en el que destacaron la ligazón y el temple, así como la parte final de la faena en la que acortó terrenos e hizo pasar al toro por espacios que parecían inexistentes. Complicado el quinto, ante el que aguantó las  miradas del bicho cuando tenía que decidir entre muleta o torero. Estuvo muy firme y valiente, sobre todo en el arrimón final marca de la casa, en que puso a la plaza en pie. Por su parte, Cayetano sólo pudo demostrar ganas, que quedaron patentes en el recibo a porta gayola de su primero o en detalles como el entrar a matar con la espada en la mano izquierda porque se había partido con anterioridad el pitón derecho. Con el sobrero de Zalduendo que pechó en sexto lugar no pudo hacer nada, salvo matar mejor de lo que lo hizo.
Por cierto, que hubo toros impresentables para una plaza de primera categoría como es Valencia. Pero bueno, eso es algo ya usual que no merece la pena repetir día tras día.

jueves, 17 de marzo de 2011

Los Fuente Ymbros de Fallas


Me ha sorprendido mucho que la mayoría de la prensa especializada -y los blogs de aficionados a los que tengo en alta consideración- han puesto por las nubes la corrida de Fuente Ymbro lidiada ayer tarde en el coso de Játiva. También, que han cargado tintas contra los tres matadores que en ella tomaron parte. Me parecen válidas todas las opiniones, pues para gustos, dicen, los colores. Pero, por ese mismo motivo, me mosquea tal unanimidad. Desde luego, bien cierto y objetivo es que no hubo ningún triunfo gordo ni ninguna faena sobresaliente, pero todo es matizable antes de generalizar.
Y, puestos a matizar, lo primero que hay que analizar es la corrida lidiada. No hay en España un buen aficionado (o que pretenda serlo) que no sepa quién es Ricardo Gallardo y de lo encastado de sus toros y novillos, procedentes de Jandilla -como el Padrenuestro lo recitan si lo preguntamos en el examen de aspirante a taurino de pro. Por eso, toro de Fuente Ymbro que se mueve y repite sus embestidas, toro bravo que no se debe ir al desolladero con las orejas puestas. Da igual que la acometida sea cansina, sin entregarse y con la cara por las nubes, como el primero de ayer tarde; o que lo haga con malas formas y con poca nobleza, como el cuarto. ¿Qué más da, también, que sea un novillo impresentable que no debería haber pasado el reconocimiento, como el segundo (que a la postre dio un gran juego)? Y, por supuesto, ¿cómo reconocer que, si han repetido las ásperas embestidas a regañadientes, como tercero y sexto han hecho, es porque un torero vulgar como Pinar ha dado una lección de temple y técnica, dejando la muleta puesta en la cara del toro y tirando de él?
  Y con tal material, y en tarde ventosa, lluviosa y fría van y generalizan diciendo que los toreros desaprovecharon la ocasión de su vida. Permítanme que discrepe en parte con ello. Creo que Curro Díaz sacó todo lo que se podía sacar ante tales circunstancias. No le faltaron ganas y, ante el lote ya comentado, dibujó algún que otro estimable natural y pases sueltos de gran estética. Por si era poco, aún sabiendo que no tenía nada que ganar, en el cuarto de la tarde se tiró a matar tan por derecho que sufrió una cogida muy fea. Y en cuanto a Pinar, está claro que es un torero que no ha sido dotado con el don de la estética, pero en dos días que lleva de matador de toros ha cortado más orejas en plazas de primera categoría (Madrid incluido) que muchas de las figuritas del escalafón y parece ser que cuesta trabajo reconocerle dichos méritos. Es un torero inteligente y poderoso y ayer, pienso, lo demostró sobre todo con la muleta en la mano derecha.
  En lo que no hay discusión es en lo de Tejela. Una lástima lo de este muchacho, pues tiene clase a raudales. Este sí que tuvo enfrente dos grandes enemigos de triunfo y los desaprovechó. En el segundo no estuvo nada confiado. En vez de enganchar al toro y traerlo toreado, se limitaba a poner la muleta, dejarlo pasar y acompañar la embestida (además de que muchas veces, al natural, se ayudaba sin que en ese momento fuera necesario). Y así, las cosas no se hacen. Y menos, ante un toro bravo. En el quinto, un astado con transmisión y más calidad y templanza en sus embestidas que el segundo, más de lo mismo. Se centró un poco en alguna tanda de derechazos y, por medio, dejó algún que otro natural suelto de gran trazo, pero no hubo continuidad. Dice que está contratado para Castellón, Sevilla y Madrid. Pues que aproveche, antes de que se le agote el crédito que se le debía haber acabado hace bastante tiempo.

domingo, 13 de marzo de 2011

Más sombras que luces en la primera de Fallas

                Ya me he dado cuenta de lo que ocurre en Valencia. Las figuras del toreo y demás interesados, están calibrando y tomando medida a ver hasta dónde llega el aguante de los aficionados. Por eso, año tras año, saltan al ruedo toros con menor trapío. Y todo ello, con el permiso de la autoridad (del Presidente, vamos) que es quien, en última instancia, tiene la potestad de decidir si una res se lidia o no. Lo de ayer –a excepción del tercero, si me apuran, que tenía un poco más de cuajo- era para haber provocado la “Primera Revolución Taurina” de la Historia. Y sin embargo, a pesar de las cinco sardinas con cuernos que salieron por chiqueros, todo lo más que se escuchaba era alguna ligera protesta que, en cuanto el de las luces salía y le daba un capotazo al animalito, era acallada por los “olés” de la mayoría.
            Con todo y con eso, incluso los aficionados salimos con un sabor agridulce de la plaza porque tuvimos la suerte de que el único toro medio presentable cayera en manos de El Juli, quien, posiblemente, hoy en día es el torero más poderoso del escalafón. Además, tenía casta y embestía con transmisión y nobleza -virtudes que no desaprovechó el madrileño. Cuatro series templadas y mandonas de derechazos de mano baja, toreando de verdad, y remates de todo tipo sin rectificar un ápice de terreno bastaron para poner a la plaza en pie en más de una ocasión. Luego, el  toro hizo amago de rajarse y con la izquierda  la actuación bajó de nivel, por lo que terminó echando mano del repertorio de las espaldinas y otros recursos efectistas para asegurarse las dos orejas. Al final la cosa quedó en una porque la estocada que le recetó fue precedida de un pinchazo. Pudo haber arrancado otra oreja del sexto, un torete que tenía muy mala leche. En ningún momento humilló y cada vez que embestía se pensaba si ir hacia el trapo o hacia quien se lo presentaba. Se la jugó de verdad Julián e incluso fue capaz de ligarle muletazos con gran mérito, pero una estocada trasera y el reiterado fallo con el descabello le privaron de la salida a hombros.
            Dio la sensación de que Enrique Ponce estuvo a medio gas. En su primer enemigo realizó una faena correcta, templada, sin apreturas y con pases a media altura ante otro astado impresentable de sosa embestida. Y en el cuarto de la tarde, pues más de lo mismo. El caso es que, como casi siempre, no estuvo demasiado mal, pero son ya muchos años los que lleva Enrique haciendo lo mismo (con alguna salvedad) y la gente ya se cansa. Pudiera ser que tuviera que plantearse el valenciano la retirada de los ruedos, si todavía quiere hacerlo con la gloria que se merece.
            El que sí que parece que se retira es Barrera. Un alivio para los aficionados valencianos que, salvo por algún desacuerdo económico o de fechas, han tenido que tragarlo durante no sé cuántos años en los carteles de Fallas, feria de Julio y otras extraordinarias, sólo por el hecho de ser valenciano (alguna vez, es cierto, estaba por lo alto del escalafón y eso le daba el derecho). Cada año que pasa, su toreo, en vez de ganar en calidad, como se supone que debería hacer, lo hace en apatía y vulgaridad. Encima, por si no bastaba con dos -aunque al segundo lo tuvieron que apuntillar en el ruedo dada su falta de casta y fortaleza- regaló un sobrero (cosa que no veo yo demasiado bien) y le dieron una oreja. Mejor: si lo que buscaba era un triunfo de despedida ante su afición, aquí lo tiene. Que no pida más, no sea que lo devuelva.

sábado, 5 de marzo de 2011

Morante, los morantistas y mi salud

Pido perdón a los lectores de este blog, pues llevo varios días sin actualizar sus contenidos. No es por excusarme, pero una pequeña parte de culpa es de Morante de la Puebla. Y digo pequeña, porque la mayor es de aquellos aficionados y críticos taurinos cuyos escritos y comentarios me han hecho estar toda la semana de médicos y pruebas.
La cuestión es que el lunes por la mañana, después de haber leído y escuchado acerca de la actuación de Morante en Vistalegre  cosas como “sus caricias comenzaron la obra”, “una faena venida desde donde no existe el sexo, de allá donde se dice que son los ángeles,”, ”se vieron las musas todas juntas”, ”dibujaba, borracho de torear, carteles de toros” o “la consecuencia del movimiento de las muñecas de Dios, que ahora las tiene Morante”,  acudí, raudo, a buscar por la red algún video de tan grandioso espectáculo. Media hora después –por suerte o desgracia, gracias a internet, hoy en día es fácil encontrar pruebas gráficas de casi cualquier acontecimiento- me encontraba, desesperado, en la sala de espera de mi médico de cabecera.
Menos mal que no tuve que aguardar mucho allí, pues, Morantista como es él, le indicó a la enfermera que me hiciera pasar sin demora en cuanto le contó lo que me ocurría: que venía urgentemente, sin pedir cita, porque del trasteo del de la Puebla lo único que había sacado en claro era que el torero no había estado mal, y que había tenido algunos detalles interesantes (sobre todo al final de la faena) ante un animalito de raza “toruna” que embestía como un carretón, pero que faenas como ésa las había a docenas todas las temporadas; es más, había llegado a la conclusión de que si en vez de de haber nacido en La Puebla del Río, provincia de Sevilla, este torero fuera de Barakaldo (por decir, nada más) llevaría ya tiempo trabajando en los altos hornos (también por decir) porque nadie le habría consentido ni esperado tanto.
Bastante preocupado, por si pudiera tratarse de una pérdida irreversible de alma, el doctor me recomendó realizarme unas pruebas urgentes y que visitara a una serie de especialistas, pero todo eso ya no viene a cuento. El caso es que, en resumen, al final la cosa se ha quedado –según  los informes del psiquiatra y del neurólogo- en una “leve y pasajera atrofia de las terminaciones nerviosas emocionales, causada por una elevadísima concentración en la sangre de  proteínas inmunes  que mi cuerpo ha segregado para evitar cabrearme demasiado ante los últimos sobresaltos que el Gobierno no para de darnos con sus absurdas medidas “anti-todo” y “pro-nada””. Vamos, que si Dios quiere (y Zapatero no lo impide) todavía me queda mucha guerra que dar por aquí.