jueves, 15 de septiembre de 2011

Tarde de regalos en Albacete

Se pensaba el primero si se arrancaba al caballo y un asistente del Tendido 9 (para los que no lo sepan, como el 7 en Madrid) increpaba al picador porque “no se atrevía a cruzar la raya e ir a por el toro”. Y ello con el beneplácito de todos los que le escucharon decir semejante barbaridad. Tal cosa, que pudiera pasar como simple anécdota, nos ayuda a descifrar y contar lo que ha ocurrido esta tarde en Albacete. En primer lugar, que la corrida de Albarreal (remendada con uno de Algarra), que estuvo correctamente presentada (a excepción del tercero, que bajó un poco el listón y que, cosas del toreo, recetó una gravísima cornada a Jimeno Mora, hasta el punto de que según el cirujano que lo operó es incluso posible que lo retire de los ruedos para siempre), ha sido en conjunto mansa en el caballo y de juego variado en el último tercio.
En segundo lugar –y mucho más preocupante- nos viene a reflejar el nivel de afición que últimamente acude a los tendidos de mi querida plaza. Si quitamos la seriedad del toro que se lidia –y a buen seguro que de eso se ocuparán las figuras en cuanto vean la menor posibilidad de hacerlo- este coso, y su feria de septiembre más concretamente, se está convirtiendo en una plaza de pueblo en la que se dan orejas a diestro y siniestro. Hoy se regalaron las tres, una por coleta, para que ninguno se queje luego.
Una para Miguel Ángel Perera en el primero, por una correcta labor templada y ligada ante un toro noblón que repetía las embestidas sin terminar de entregarse. Como la cosa no calaba con fuerza, a mitad de faena optó por el ya conocido arrimón de su repertorio y, tras una estocada caidilla, pero de fulminante efecto, no sólo le regalaron una oreja, sino que hasta le pidieron con fuerza la segunda. El cuarto embistió a la muleta como por obligación, sin transmisión alguna y Perera, por no quedar mal con el animal, estuvo a su altura. Muletazos sosos y vulgares que no dijeron nada. Necesita este torero un oponente más encastado y de más transmisión y no ha tenido ninguno de ellos en su paso por Albacete este año.
Otra,  para Miguel Tendero en el tercero de la tarde. Una lástima que el toro se rajó muy pronto, porque en una tanda con la derecha y otra con la izquierda hizo el mejor toreo de la tarde. Pero eso, mala suerte que huyó a las tablas, donde el torero porfió y se peleó con él haciendo tiempo para entrar a matar. Lo consiguió al segundo intento, pero aún así le premiaron con otra orejita. Poco pudo hacer en el sexto, que no valió para nada. Y miren que lo intentó –lógico, pues viendo el precio al que cotizaba hoy la puerta grande, merecía la pena un poco de esfuerzo-, pero nada. Encima, estuvo muy mal con la espada.
Y como no hay dos sin tres, cómo dejar al pobre Castella sin su presente. Para él, los Reyes Magos llegaron en el cuarto de la tarde -el mejor toro de la corrida-, en el que el francés estuvo muy mal: pico, fuera de cacho, enganchones, trapazos, falta de ligazón, apatía, toreo despegado y echando la embestida hacia afuera, etcétera, etcétera. Pero mató al toro y, para que no desentonara, pues oreja que te va…En su primero, uno grandote de Algarra que iba y venía, con mejor son por el pitón izquierdo, dio el francés un montón de naturales sin llegar a decir nada a los tendidos.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Orejas para Pinar y Cid en la quinta del abono albaceteño


            Pasamos el Ecuador de la Feria y, si quitamos lo de César Jiménez, la cosa no termina de arder. Una parte por culpa del ganado y otra mucha, también, de los toreros. Hoy tampoco ha habido material excepcional entre los seis correctamente presentados de El Torero –claro, que si esto fuera la norma, hasta yo querría ser matador-, pero por lo menos dos de ellos se han debido de ir sin las orejas al desolladero. Uno de ellos el cuarto de la tarde, con el que El Cid realizó un muy limpio y ajustado quite por delantales, rematado con una extraordinaria media. Galopó el toro en la muleta y tuvo fijeza, prontitud, clase y fue repetidor. ¿Que qué más se puede pedir? Pues dos cosas: la primera, que hubiera durado un poco más, ya que se terminó rajando demasiado pronto; la segunda, que el torero, mientras el animal duró, le hubiera recetado unos cuantos naturales en redondo como en otras muchas ocasiones ha demostrado que sabe dar. Incluso ha instrumentado algunos muy buenos con ambas manos –y por eso, y porque la estocada fue eficaz, le dieron una orejita- pero no es este mi Cid. Se le vio desconfiado, como si estuviera falto de sitio o, lo que es peor, de valor. Y eso que hasta se metió entre los pitones, dio redondos por la espalda, hizo el teléfono, desplantes varios y demás alardes de cara a la galería…pero eso no es torear, y bien lo sabe él. Con el primero, flojo y soso, se limitó directamente a doblarse con él y pasaportarlo, cual Curro Romero en sus peores tardes.
            El tercero de la tarde también se llevó la oreja para adentro, pero en esta ocasión por el fallo a espadas de Rubén Pinar, quien, en mi modesta opinión, es bastante mejor torero de lo que los aficionados critican. Posee una muy buena técnica, un temple extraordinario y un valor más que suficiente. Evidentemente, no es un artista, pero sí un torero muy capaz. De hecho, lleva en la profesión dos días y su currículum, en ferias importantes, es superado por muy pocos. Realizó una maciza faena a este oponente, sobre todo con la mano derecha, en la que destacaron la suavidad de los muletazos y la templanza con que llevaba al toro prendido en la muleta, pulseando la embestida cuando así era necesario. El sexto astado no fue tan claro ni pronto, pero aún así sacó de él varias series meritorias de redondos con la diestra, rematadas con una estocada algo caída. Le pidieron la oreja –quiero pensar que por la actuación en conjunto de la tarde, o por eso del paisanaje- y el Presidente no tuvo más remedio que concederla.
            Completaba el cartel El Fandi, al que es inusual verlo salir, como hoy ha ocurrido, entre la indiferencia del público. Y no ha tenido ninguna culpa el granadino –torero honrado y necesario para la Fiesta, aunque no comulgue con su tauromaquia-. Banderilleó en ambos como siempre, con un poco más de ajuste en el segundo –al que había recibido con unas buenas verónicas de salida-. Aparte de eso, no pudo hacer otra cosa. Su primero se le fue al pecho hasta tres veces en los inicios de la faena de muleta, y el quinto fue un manso pregonado, que se fue a la puerta de chiqueros y fue imposible sacarlo de allí.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Seguirán siendo del montón


             Y lo harán porque, sin ser nada del otro mundo, debieron sacar más provecho de la corrida de El Puerto de San Lorenzo que, junto con un remiendo de La Martelilla, sustituyó a la inicialmente anunciada de El Pizarral. Correctamente presentados y de juego desigual, hasta cuatro de ellos dieron opciones a los matadores, que no tuvieron su tarde. Sobre todo Leandro –esta tarde me he enterado de que ahora prescinde del apellido en los carteles-, quien pasó por Albacete con más pena que gloria. Cierto que su primer oponente fue un manso de libro, al que resultó casi imposible sacarlo de la querencia de los chiqueros, pero el cuarto fue un muy buen toro. En el tercio de banderillas se desplazaba ante el capote que el subalterno le ofrecía con tal ritmo, prontitud y largura que el de Valladolid se fue a los medios a brindar al público lo que se adivinaba una gran faena. Al final todo se quedó en el brindis y en tres buenos derechazos ya terminando su labor, cuando el matador se dio cuenta de que si ligaba los pases y bajaba y corría la mano con templanza la cosa ganaba mucho. Lástima que toreros con este corte y con una buena temporada a sus espaldas dejen pasar estas ocasiones.
            Ocasión que también dejó escapar a medias Serafín Marín. Y eso que en sus dos actuaciones, ante dos buenos toros, sobre todo el quinto, ha instrumentado las que hasta ahora han sido las mejores verónicas de la Feria y extraordinarios naturales con la muleta. Pero, claro, si los intercalas con enganchones, pérdida de pasos entre pase y pase sin venir a cuento y con una actitud de figurón del toreo, como si te sobraran los contratos, la faena no llega a romper. Aún así la gente le pidió tímidamente –con menos insistencia que sus subalternos- la oreja de su segundo enemigo.
            También se la pidieron en el tercero a Sergio Serrano, que sustituía a Iván Fandiño. Peticiones como éstas desprestigian a una plaza, si bien en su defensa hay que alegar que la posibilidad de devolver la entrada ha hecho que muchísimos abonados hayan optado por ello –no sé si porque no les gustó la sustitución o por eso de la crisis- y que gran parte de la mitad de aforo que se cubrió fuera público feriante de paso y de pañuelo ligero. Además, como el muchacho tiene cara de buena persona y le echó muchas ganas, voluntad y teatro–y encima es paisano- la gente simpatizó con él.
Verdad es que no ha tenido material tan claro como sus compañeros y que, como bien ha dicho mi amiga Mercedes, es muy de agradecer, sobre todo por los poco asiduos a esto de los toros, que el chaval, en poco más de media hora, nos haya hecho un refrito de las principales tauromaquias del escalafón actual. Igual que las orquestas de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones), que tan pronto destrozan una canción de Rocío Jurado como se atreven a tocar Pepita Creus con el organillo electrónico, Sergio nos ha deleitado con un variado repertorio de suertes y pases regularmente ejecutados (y no me refiero a frecuencia, sino a calidad): comenzó una de sus faenas con una serie de cambiados por la espalda como los de Castella, en los que, a diferencia de los originales, hubo pocas apreturas; realizó un quite por Lopecinas (no puedo juzgarlas porque tanto revuelo de capote las hace por naturaleza injuzgables); tan pronto citaba fuera de cacho y con la suerte totalmente descargada, igual que Finito, y daba el pico exageradamente –efectivamente, como Enrique- que se acordaba de que el otro día lo comparaban con el Divino y, cuando el toro se paraba, se cruzaba exageradamente; y, por supuesto, para homenajear a tantos y tantos de los que abundan en el escalafón, cuyo máximo exponente es Rivera Ordóñez (o Paquirri, como se hace llamar ahora), demostró mucha voluntad y vulgaridad.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Complicada novillada en la segunda de abono de Albacete


Aunque venía siendo tradicional comenzar el abono con las dos novilladas, optó este año la empresa por abrir con una corrida el viernes y dejar para hoy sábado la primera de los aprendices. Buena la estrategia mercantilista, pues con más de cuatro mil abonados en la plaza y junto a los que aprovechando el fin de semana para visitar la Feria (de interés turístico internacional, que conste) pasan por taquilla y entran a lo que se haya programado, se aseguran –como a la postre ha ocurrido- tres cuartos largos de plaza en una espectáculo en el que dos chavales de la escuela taurina de Albacete, junto con otro puntero, han despachado una muy seria novillada de Hermanos Collado Ruiz. A alguno de ellos le faltaba poco para ser cuatreño y todos podrían haber sido lidiados como toros en casi cualquier otra plaza de segunda.  Encima, en general se movieron -alguno con casta y con genio la mayoría- y en los tendidos quedó la sensación de que los toros pudieron con los toreros.
Abría cartel David Galván, del que dicen que torea bastante por ahí y que no lo hace mal. Hoy también ha toreado mucho, pero sin decir absolutamente nada. Se le adivina oficio, aunque sus dos oponentes le han venido grandes, sobre todo el encastado primero con el que simplemente no ha podido acoplarse. El cuarto sacó genio y, a mi modesto entender, se quedó crudo en el caballo. Lo intentó por ambos pitones y la cosa quedó en la voluntad del diestro ante una complicada embestida.
Lo seguía en orden el albaceteño Alberto Pozo, que sorteó el lote de más posibilidades, sobre todo el segundo, que fue el de más clara y boyante acometida de la corrida, y con el que también dio muchos pases ante la indiferencia del público, parte del cual terminó por ponerse de parte del novillo. Banderilleó a sus dos oponentes, y le echó muchas ganas con capote y muleta. Tantas, que en el mirón quinto fue prendido de mala manera, recibiendo un palizón. Esto, junto al paisanaje y su actitud (que no su aptitud) hizo que se le pidiera una cariñosa oreja que el Presidente, equivocadamente, no quiso conceder. Hubo mayoría sobrada -aunque la labor no fuera meritoria de ella- pero la ley es la ley y está muy feo que un comisario de policía, para más inri, se la salte a la torera (y nunca mejor dicho).
Cerraba el cartel el debutante –y también local- Sergio Felipe. Se le ha visto verde para lo que le ha tocado en suerte, pero aún así, bastante ha sido que el muchacho ha aguantado en la cara de los dos novillos sin perder los papeles e incluso demostrando que tiene mejores maneras de las que su nombre artístico hace presagiar. Por cierto, que en su primer enemigo, Javier Perea estuvo sensacional en la brega con el capote. Ojo, los descubridores de nuevos talentos, que no es la primera vez que lo hace y puede que haya ahí un gran torero de plata. Tiempo al tiempo.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Triunfo de César Jiménez en la primera de Albacete


Comenzaba fuerte el abono de la feria de Albacete en los carteles, al menos en lo referido a matadores. Nada más y nada menos que Ponce, César Jiménez y Perera se anunciaban con una de Román Sorando. Ahí ya olía peor la cosa, más aún cuando ayer se rumoreaba que al menos tres de la ganadería titular habían sido rechazados y se sustituirían por otros tantos de Luis Algarra. Así pues, con figuras y remiendos, los malos augurios se confirmaron. Hubo de todo en cuanto a presentación, pero en general bien armados  y con cuajo, salvo algún gato con una seria cornamenta que colaron. Respecto al juego, pues también homogeneidad: toros desrazados que tomaron un puyazo de trámite y que no dieron problemas a los toreros por su borreguez (la de los bichos, me refiero –y cuando digo bichos, a los toros), que embestían con la cara a media altura, sin transmisión alguna y que, en general, llegaron parados a la muleta y se quedaban a mitad de viaje. Sólo el quinto, de Algarra, que fue el que más manseó en los dos primeros tercios, ofreció veinte embestidas largas y humilladas que supo aprovechar César Jiménez.
Lleva una muy buena temporada el de Fuenlabrada y hoy lo ha demostrado en sus dos oponentes. Al mencionado quinto se lo llevó a la contraquerencia y, a base de buena colocación, dejarle la muleta puesta en la cara y tocarle inmediatamente para, tirando de la embestida, ligar el siguiente, consiguió instrumentar largas y templadas series de pases naturales en redondo por ambos pitones. Mató de un estoconazo y le dieron dos orejas, que quizás resultaron excesivas porque de mitad de faena para adelante el toro se acordó de su condición de manso, y el torero de que lo que cuentan son las orejas y finalizó su labor con unas culerinas y rodillazos en la puerta de toriles que resultaron un poco embarullados. Y no es que quede mal eso de los redondos por la espalda –que, además, cada día están más de moda-, pero yo siempre he escuchado y leído lo de dar el pecho o el medio pecho en el cite, pero jamás el culo. En su primer toro posiblemente hubiera cortado otra oreja de haber acertado con la espada, tras una aseada labor en la que estuvo por encima del de Sorando.
Enrique Ponce debería plantearse seriamente lo de retirarse, ahora que todavía se le respeta y considera un Maestro. El que para mí (y para muchos) ha sido el mejor Torero de la historia (por técnica, conocimiento, amor propio, capacidad lidiadora y otras muchas cosas) corre el peligro de abandonar esto de los ruedos de puntillas y entre los pitos y recriminaciones del público, como hoy ha ocurrido en Albacete. No es que le hayan salido dos toros de triunfo, pero en mejores años les habría buscado las vueltas y hasta les hubiera cortado las orejas. Y, para colmo, con la espada estuvo peor que mal. El agujero que le hizo en la barriga al cuarto era para llevarlo detenido por puñalada trapera con premeditación y alevosía, porque se veía venir. Pero no, salió por la puerta de cuadrillas entre los pitos de los aficionados y con el esportón vacío de trofeos, pero lleno de billetes.
Perera, que venía con el runrún de que el día anterior había cortado montones de orejas en su pueblo, sorteó el lote de menos posibilidades. Y eso que el sexto (de Algarra éste) prometía en el tercio de banderillas por su movilidad y largura en las embestidas. Pero la falta de raza del animal, unido a la nefasta lidia de su cuadrilla –hasta cinco veces tuvieron que ponerlo en suerte y entrar a intentar dejar los palos- hicieron que el toro durara lo que duran los cubitos en el whisky de Sabina y, tras un buen inicio de faena, la cosa se vino abajo y optó por el arrimón, que no tuvo ningún eco dada la escasa transmisión de su oponente. De lo que sucedió en el tercero, ni me acuerdo, pero poco destacable.

lunes, 25 de julio de 2011

Regresó José Tomás


Ocurrió, por fin. Llegó el día tan esperado. El Extraterrestre regresó al planeta Toros. Lo que sucedió ayer en el ruedo en Valencia es algo fuera de lo normal de la Fiesta, digno de un profundo estudio de psicología de masas. ¿Cómo es posible, si no, que con tantos enganchones, trapazos, toreo eléctrico, desarmes, cites al hilo del pitón con la muleta retrasada en la mayoría de los casos y ayudándose con la espada en los naturales, sin causa justificada para ello, y despidiendo hacia afuera la embestida del toro se desatara la histeria colectiva que se desató a la muerte del quinto?
Hasta aquí, la cosa incluso se podría disculpar. La gente, cegada por una fenomenal campaña de marketing, acude en masa a ver al único torero que, según dicen, actúa con la verdad por delante (se olvidan, eso sí, de que la primera mentira, y gorda, que nos cuenta –como el resto de sus compañeros- empieza cuando por chiqueros sale un torito al que le faltan quince centímetros de pitones). Y, como para ello pagan cantidades desorbitadas en la reventa, ¿Van a ser encima tan tontos de que siquiera se les pase por la cabeza que lo que ayer hizo el Galáctico lo hacen muchos otros e incluso mejor? Evidentemente, no.
            Lo que sí que es injustificable es que la mayoría de los que se llaman críticos taurinos se hayan sumado todos a una a la secta del “Tomasismo” (¿por qué será?). Hasta tal punto que uno de ellos, al que yo tenía por persona seria y responsable, ha llegado a llamar, en su crónica, “inepto”, “inútil”, “mamón” y hasta "cabrón" al Presidente sólo por no darle la segunda oreja. Hablo del señorito Zabala de la Serna. Y preferiré pensar que en ese momento estaba totalmente embriagado por el toreo del Niño de las Galaxias (o por lo que fuera, porque llega a darle méritos al cite con la muleta retrasada, y eso ya suena a algo más fuerte que vino o cerveza) antes que malpensar que los sobres venidos de más allá de las estrellas tienen un alto valor económico.
Por cierto, que para rematar la tarde lo único que faltó fue la nave espacial (aunque quizás Zabala, tan alterado como estaba cuando escribía la crónica, es posible que la viera). Pero que vayan tomando nota los empresarios modernos y arriesgados que apuestan por nuevas fórmulas. Para la próxima, podría aterrizar en el centro del ruedo en un simulado platillo volante mientras la música de “Encuentros en la Tercera Fase” sustituye al tradicional “Pan y Toros”. O, quizás más emocionante, que del hotel a la plaza, en vez de llegar en la tradicional furgoneta, fuera transportado sobre unas andas en procesión, tras la típica banda de trompetas y cornetas, mientras los enfervorizados seguidores (como por ejemplo los antitaurinos  tomasistas Serrat y Sabina) se desgañitaran cantándole por el camino conmovedoras saetas.

viernes, 8 de julio de 2011

¿Xenofobia en Valencia?

Cuando pensaba que todas esas fobias estaban más que superadas, resulta que viene uno, extranjero él -qué ironía-, y nos quita la posibilidad de intentar conseguir una entrada para una corrida a todos los que no somos abonados a su plaza. Como la mayoría se imaginará, hablo de lo de la reaparición del Extraterrestre de Galapagar en la plaza de Valencia. Resulta que, para el mencionado acontecimiento, no han puesto a la venta entradas al público general una vez finalizado el plazo de abonos (aunque han sobrado, y bastantes) porque parece ser que les han ofrecido a los abonados la opción de realizar reservas de entradas sueltas y desean atender estas peticiones.
 En definitiva, que todo el que no sea abonado (bien porque no viva en Valencia o bien porque viviendo en Valencia no pueda permitírselo o no quiera hacerlo, entre otras cosas por la mierda de carteles de Julio que han montado) ya se puede olvidar de presenciar reapariciones divinas al precio de taquilla.
 ¿Por qué harán esto Simón, Nacho y compañía? De verdad que, por mucho que pienso, no logro entender la finalidad que los empresarios persiguen con ello. Si los abonados ya de por sí son una élite (ya me gustaría a mí –y a otros muchos forasteros- siquiera poder estar en Valencia toda la feria) encima vas y les pones en la mano más entradas para la corrida posiblemente más demandada de la temporada. ¿Tanto aprecio tienen a los valencianos (y valencianas) como para tener con ellos este detalle, a riesgo de mosquear, y no poco, a sus parroquianos (y parroquianas) de otras plazas que regentan, como Nimes o Málaga, e incluso a los de otras que anhelan –como la de Las Ventas?
Mi mente de Economista me dice que tanto riesgo sólo lo merece una cosa: el parné. La explicación es sencilla. Supongamos que gestionamos una plaza de toros en la que una parte importante de nuestros abonados son reventas profesionales. Supongamos, también, que esos personajes estuvieran dispuestos a comprar dos mil entradas más a un precio algo superior al de la taquilla (sin duda lo están, pues les van a ganar mucho más). ¿Qué nos trae más cuenta: venderlas en taquilla a su precio oficial o hacerlo a estos abonados valencianos a los que repentinamente adoramos tanto? (aunque si de verdad los respetaran mínimamente no habían montado una feria consistente en un montón de novilladas, dos o tres corridas baratas, una de rejones, otra en la que sólo tiene interés el de las Galaxias y otra más rematada). La respuesta está clara. Al menos para los de Simón Casas Productions.


sábado, 25 de junio de 2011

Va de apuestas


Sigo vivo, gracias a Dios. No he escrito nada últimamente por varias razones. Una de ellas ha sido la falta de tiempo por motivos laborales (por cierto, algo muy de agradecer en estos días que corren). Otra –y principal de todas- es que no soy un profesional titulado de la materia que, por obligación contractual, tiene que presentar el escrito diario aunque no tenga ganas y, para ello, salga del paso de mala manera. Por eso, tengo la ventaja de que yo puedo hacerlo cuando me plazca y de verdad ocurra algo de lo que me merezca la pena escribir.
Sin embargo, llevo tiempo sin saber (ni querer saber) casi nada de lo que ha ocurrido después de San Isidro. Y me preocupaba, porque no hace mucho tiempo entraba en los portales taurinos a ver qué ocurría prácticamente a diario. Sin embargo, esta tarde, que he podido ver por la tele una corrida de Alicante, he caído en la cuenta de que el motivo de tal abandono es que por fin he madurado y me ha dado por rebelarme taurinamente. Como los del 15-M, de hoy en adelante ya no trago más con el sistema. A partir de ahora, prometo no volver a pagar una entrada por asistir a una corrida en la que no se me garantice un toro medianamente íntegro (ojo, que no digo enteramente, porque eso es un imposible salvo en dos o tres plazas -y dependiendo de la ganadería y de los espadas que se anuncien con ella).
Una vez pasado el calvario de Madrid (para los taurinos, claro), imagino que lo sucedido a lo largo del mes no variará mucho respecto a lo que he visto hoy. Supongo que las ferias de Granada y Alicante coparán la información taurina (en espera de que comience la de Burgos) y que en ellas estarán saliendo por chiqueros toritos escasos de trapío y presencia (me juego el cuello a que ninguno de ellos en puntas). Además, posiblemente, El Fandi seguirá batiendo récords de salidas a hombros consecutivas en su pueblo y, seguramente estarán triunfando montones de figuras y figurantes como Paquirri, El Cordobés y hasta Finito, mientras que toreros que piden paso se dedican a recoger premios de San Isidro, a la espera de que los que manejan el sistema les quieran dar un trozo del pastel. Apuesto…y no pierdo.

jueves, 2 de junio de 2011

La del pañuelo amarillo y otros cuantos

            Después de veintimuchas tardes hoy ha llegado a su fin la feria taurina de San Isidro. Como en todas sus ediciones, hay toreros que salen lanzados, otros que revalorizan el caché que ya tenían, unos pocos que salen fracasados y una inmensa mayoría que continúan en la situación en que se encontraban (es decir, o toreando en todas las ferias aunque en Madrid no haya ocurrido nada, o llamando a las puertas de los Choperitas para ver si en verano los pueden poner y, si entonces hubiere suerte, optar a una corrida en Otoño o, lo que es peor, en la isidrada del 2012). No seré yo quien ponga nombres en cada grupo, que para eso está cada cual y, si no, siempre nos quedará el grupo de periodistas oficial de carrera (como el innombrable anti-frikies bloggeros), que ya se encargarán de darnos su lista personal.
            No va la cosa, como ya digo, por hacer mi resumen personal de toros y toreros, sino que quiero hacer un pequeño comentario del público. Me ha hecho muchísima gracia el observar las respuestas que los abonados han ido dando a las preguntas que el canal de televisión que se encarga de retransmitir las corridas (el Plus, vamos) les ha ido haciendo día tras día. Como en botica, de todo también, pero alrededor del 40% (aunque los números en el toreo ni siquiera para esto me gustan) han demostrado lo que ya se sabía: que no tienen ni puñetera idea. Y lo malo es que esos son los que con sus manías, mala leche, ideas preconcebidas y demás deciden a quiénes ponen a circular y a cuáles revientan sus actuaciones y hunden sus carreras.
            Y para demostrarlo y darme la razón, la petición de oreja a Iván Fandiño en el segundo de la tarde. No digo que no haya estado voluntarioso el muchacho –es más, creo que debería torear mucho más de lo que lo hace, pues tiene más clase y valor que muchos de los que se pasean por las ferias de provincias-, pero ¿de verdad eso era para cortar una oreja en la plaza más exigente del mundo?
           Yo creo que no, pero claro que, mientras las cámaras hacían un barrido por el tendido, me ha parecido ver que uno de los que con más efusividad aireaba su pañuelo era un amabilísimo señor con quien una de esas tardes que me dio por ir a las Ventas tuve la suerte de compartir vecindad de localidad. Jamás podré olvidar que, tras la lidia de tres o cuatro toros en los que nos iba aleccionando a todos los forasteros que no teníamos el abono por allí, cuando salió a la plaza un quinto manso, que huía y se frenaba ante los capotes, nos comentó “éste embiste como si no lo hubieran toreado en su vida”. Por cierto, que otra que pedía la oreja era la señora que media hora antes aseguraba, ante las cámaras del Plus, que el pañuelo que se utiliza para ordenar la vuelta al ruedo del toro es el amarillo; y otro, que no blandía el pañuelo, pero la solicitaba a voces y gesticulando, era aquél que otro día afirmaba que la plaza más grande del mundo es la de Madrid, con una capacidad de más de cien mil personas. ¿Cómo no rendirse ante eso?

viernes, 13 de mayo de 2011

Vuelve el Mesías

            Si en los tiempos del Antiguo Testamento hubiera existido Internet, seguro que el anuncio por parte de los Profetas de la futura venida de Jesucristo al mundo no hubiera producido tal convulsión, ni vertido tantos comentarios en los portales y blogs, como la rueda de prensa de Casas y Boix anunciando la reaparición del Mesías del Toreo. Sí, señores, porque a estas alturas poca gente en España no sabe ya que el Extraterrestre reaparece. Y lo hará en Julio en Valencia, con una corrida -¿para variar?- de Núñez del Cuvillo. El resto del cartel aún se desconoce (creo), pero imagino que echará a alguien que no dé mucha guerra por delante (despedida de Barrera, por ejemplo, aunque quizás sea un poco arriesgado por lo de la cosa emotiva del público con el paisano que se va), y por detrás a otro que tampoco moleste demasiado. Pero eso no importa.
Como tampoco han importado otras muchas cosas desde que ha estado en figura. A la gente le da igual dónde toree, con quién lo haga y qué ganado lidie. Está de moda ser Tomasista, porque los intelectuales de las tertulias radiofónicas, los que salen en la tele y hasta los antitaurinos, como Serrat, proclaman que lo son. Aunque no lo hayan visto nunca. Y posiblemente nunca lo harán ya que, como el chaval no quiere tele, se ha convertido en un producto de lujo exclusivo de la clase alta. O a ver, si no, ¿quién puede dejar de trabajar y desplazarse un día de diario donde el Galáctico toree y pagar la barbaridad de dinero que la reventa le pida por ello? Yo no, desde luego.
            No me apetece demasiado empezar el fin de semana cabreándome, así que he decidido no mirar nada de lo que se ha escrito respecto de la noticia. Me imagino que todo el mundo se congratulará por ello (yo también, por supuesto). Y que la gran mayoría hablarán de lo mucho que la Fiesta lo necesitaba y del gran revulsivo que esto supondrá. Lo segundo vale, por lo de mito. Pero lo de necesidad, mentira y gorda. Viendo el momento cumbre de matadores poderosos con toreo de mano baja, ligazón y zapatillas pegadas al albero, como El Juli, o de toreros de exquisita elegancia, profundidad, largura, temple y lentitud, como Manzanares, o con el pavoroso valor seco y capacidad para templar en cercanías de Castella y Perera, e incluso, si me apuran, con las cositas de Morante, ¿necesita la Fiesta que venga un guerrillero a atropellar la razón, a salir trompicado en un envite, volteado en otro y que el noventa por ciento de sus pases resulten enganchones? Yo, al menos, no lo he echado de menos. Y, por supuesto, los que hasta ahora han estado tirando del carro y dando la cara en plazas que José Tomás ni siquiera va a pisar (Bilbao, Pamplona, Madrid, Logroño, Albacete, Zaragoza) no merecen ser relegados a un segundo plano, por mucho redentor que resucite.
           

No cambian, no.

             Adivina, adivinanza: coso taurino cuyo aforo lo completan todas las tardes alrededor de diecinueve mil quinientos individuos sin personalidad y otros quinientos que van de listos. Casi ha acertado. Efectivamente, se trata de la plaza de toros de las Ventas del Espíritu Santo, de Madrid. Esa que presume de ser la primera plaza del mundo, pero que queda muy lejos de ello, pues ni lo es en capacidad (la de Méjico ciudad le supera), ni es la más antigua (se lo disputan la Castañeta de Béjar y la de Santa Cruz de Mudela), ni, mucho menos, la más entendida (otras muchas). Pero a la respuesta le falta una pequeña matización para ser correcta del todo: se trata de la mencionada plaza, pero en la Feria de San Isidro o en la de Otoño, porque durante el resto de la temporada esos quinientos son los únicos que acuden a la plaza, y se comportan como personas normales.
             Y si estuvieran callados, pues no pasaría nada. Pero lo peor de todo es que quieren imponer su sabiduría y criterio a todo el mundo. Y chillan, y dan palmas de tango, y hacen cualquier cosa de mala educación con tal de reventar la faena de aquel torero cuya tauromaquia no comparten o, peor aún, aquel al que no tragan por lo que sea –la causa más extendida es porque se trata de una figura consagrada o porque viene de triunfar en Sevilla.
            El caso es que como se creen listos hacen cosas típicas de los listos, como dedicarse a descubrir nuevos talentos. Y, por eso, encumbran y proclaman triunfadores a toreros que duran una temporada porque, como bien dicen, al final el toro pone a cada cual en su sitio. ¿Ejemplos? A montones: Dámaso Gómez, Manili, Mariano Jiménez, Javier Vázquez, El Califa-por dos veces-, Juan Bautista, otras dos, Fernando Cámara, Víctor Puerto, Juan Cuéllar, Alfonso Romero, Fernando Robleño, Domingo Valderrama, Óscar Higares, Canales Rivera, Fernando Lozano y un largo etcétera que hoy en día andan retirados en el olvido u olvidados mientras tratan de repelar cuatro perras en ocho plazas de pueblo.
            Acaba de comenzar la Feria del 2011 y, viendo lo de ayer, yo pensaba que habían cambiado. Pero no. Debían estar todavía fríos y hoy, a la segunda de abono, ya se han manifestado. Para empezar, no le han dado la más mínima importancia a una más que aseada faena de Abellán citando al toro de largo, luciéndolo en su galope y templando sus embestidas. Al contrario, en vez de agradecérselo, se han dedicado, como es típico en ellos, a joder todo lo posible, y más. Luego, en el quinto, ante un toro imposible le han pitado primero por intentarlo, y después por irse a por la espada (vamos, como para contagiar la locura al torero y a cualquiera). De lo de Pinar prefiero no opinar. Ahí han seguido, con sus pitos. Como harán siempre que toree este muchacho, o al menos mientras no cambie su concepción del toreo. Para mí, de haber matado, era faena de oreja, pero soy uno de los diecinueve mil quinientos del rebaño.

miércoles, 4 de mayo de 2011

El color especial de Sevilla

                A nadie se le escapa que, de siempre, Sevilla ha tenido su idiosincrasia. Para empezar, sus abonados han tragado con el torito bonito que los toreros quieren (bajitos de agujas, estrechitos de sienes y abrochaditos de pitones, entre otros “itos”) sin importarles, normalmente, su trapío o su fortaleza física. Abonados, por cierto, sensibles al pellizco y dispuestos a jalear con un “bien”, que rompe el aplastante silencio de la Maestranza, cualquier artística trincherilla o kikirikí -especialmente si lleva firma andaluza.
            Para continuar, se han querido distinguir también con una Puerta del Príncipe que, si un torero desea atravesar bajo el son de pasodobles prohibidos durante el último tercio de la lidia -para que el público no se despiste-, debe pagar un peaje mínimo de tres trofeos. Y a la lista se podrían añadir otras muchas cosas, como el detalle de que a la hora del paseíllo salgan dos tiros de mulillas, recordando que antaño así ocurría –una para los toros y otra para los caballos-, o la sensibilidad de la banda de música, que es capaz de arrancarse a tocar ante un buen toreo de capote, o una buena brega de un subalterno.
Todo esto estaría muy bien y les dotaría de distinción, que es lo que realmente persiguen, si luego en cuestión de dos horas de espectáculo no echaran todo por la borda. Porque no son buenos aficionados aquellos que dejan que un toro se coloque ante el picador en cualquier sitio, ni a cualquier distancia, ni de cualquier manera (esta feria estoy cansado de ver toros que arrancan entre las dos rayas del tercio, porque sus lidiadores ahí los sitúan, y otros muchos que entran al caballo al relance de un capotazo). Ni tampoco deberían permitir, aunque les dé igual, que el torero se quede a la derecha del picador, como viene ocurriendo una tarde sí y otra también, sin que nadie, ni siquiera los alguacilillos, le llame la atención.
Es típico de mi pueblo, en la Mancha, el regalar orejas para ver salir a los toreros a hombros por la puerta grande. Pero no me parece de recibo que en una plaza como la Real Maestranza de Sevilla se conceda con tanta facilidad la tercera, que permite salir por la mencionada puerta real, cuando el matador en cuestión ya lleva dos en el esportón. Y, lo más grave de todo, es de plaza de tercera el hecho de indultar a un toro que no se emplea en el caballo, que en las embestidas en la muleta tiene tendencia a meterse para adentro y que, entre otros defectos, está aculado en tablas mientras la gente, como loca, pide el perdón de su vida sólo porque el torero ha toreado de maravilla o, peor aún, para demostrar a los anti-taurinos que todavía nos queda algo de sensibilidad. ¿Pasaría algo si no la tuviéramos? ¿Acaso no se fundamentan los toros en algo tan bárbaro como la lucha a muerte entre la racionalidad del hombre y la fuerza bruta de la bestia? Al que le guste, bien y al que no, que nos respete.

miércoles, 27 de abril de 2011

Martes de "Dolores"


            El atractivo del cartel de esta tarde en Sevilla residía, sin duda, en la ganadería que se anunciaba, porque, se moleste quien se moleste, los matadores acartelados eran –y siguen siendo después de lo visto- tres muchachos del montón. Peor aún. De ellos, dos que ya están de vuelta, que tuvieron su momento y no lo aprovecharon (no se podrán quejar ni Antonio Barrera, ni, sobre todo, Salvador Cortés, de la cantidad de oportunidades y cancha que se les ha dado y la de buenos e importantes toros que se les han escapado a lo largo de su trayectoria profesional). El tercero, un chaval honrado tipo Rafaelillo, Robleño y demás toreros de este estilo, a los que se les predice la gloria y que, harto de matar corridas “toristas” como la de esta tarde,  se terminará quemando en un par de temporadas a lo sumo –y ojalá y me equivoque.
            Sin embargo, han querido los astados de doña Dolores que los aficionados sevillanos hayan cumplido esta tarde con las estaciones de penitencia  que el tiempo atmosférico les ha impedido llevar a cabo esta Semana Santa. Y ya es suficiente castigo. Porque hay que tener paciencia para aguantar lo que esos benditos han aguantado. Para empezar, unos toros que, en general, no se parecían en nada a los toros de Aguirre que yo he visto lidiarse en otras plazas. Y, evidentemente, cuando sale el toro fuera de tipo de la casa, lo más lógico es que pase lo que ha pasado. Unos estaban inválidos, la mayoría descastados, otros con malas ideas... Y para uno que tenía importancia, el tercero, porque sus repetidoras y encastadas embestidas transmitían una barbaridad, resulta que el torero (más verde que verde) no es capaz de medio jugársela en plena feria de Abril de Sevilla, aguantar la acometida y ligarle aunque fuera dos trapazos.  Pero bueno, será cierto que, como han dicho los periodistas oficiales de la tele (a estos me los tengo que tragar, pero los de la prensa escrita prefiero no leerlos) el toro era muy complicado porque miraba y era un “informal en sus embestidas”. Manda huevos- como dijo aquel ministro, cuando ejercía de Presidente del Congreso. Si, en el caso de que se tratara de una persona, fuera formal y no se mosqueara por nada, hasta de novio para mi hermana lo querría yo, ¿qué esperan ellos de un supuesto toro bravo?
            En fin, que de esta tarde, lo único que me queda son dos dudas. La primera de ellas es que cuándo dejarán de vivir los empresarios de los abonados y pondrán a la entrada a cada corrida el precio que la ocasión merece. Porque, de igual manera que no cuesta lo mismo un Ferrari que un Citroën, no es de recibo que tengamos que pagar lo mismo por el cartel de hoy que por el del próximo sábado, por ejemplo. La segunda, más preocupante todavía, es si estaré perdiendo la afición, pues he de confesar que viendo la corrida de esta tarde me he quedado dormido un par de veces.

lunes, 18 de abril de 2011

Intrusista a mucha honra

Y yo que pensaba que los críticos taurinos sólo me podrían sorprender con sus opiniones relativas a cosas del toro y de los toreros, resulta que el otro día, dando una vuelta por la blogosfera taurina (a la que, sinceramente, tengo mucha más fe y confianza que a los profesionales de la prensa) voy y me entero de que el Licenciado Don Pedro Javier Cáceres, ha llamado “legión de frikis intrusistas”, entre otras cosas, a todos aquellos que, por afición, nos gusta dejar plasmadas en un blog, o página web, nuestras ideas e impresiones acerca de lo que nos dé la gana.
Pues si eso es lo que piensa, pido perdón, pero soy un intrusista del periodismo taurino, y a mucha honra. Y lo siento por él, pero mientras sigan vigentes el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948 y el artículo 20 de la Constitución Española de 1978, relativo a los Derechos Fundamentales de los españoles, toda persona seguirá teniendo el derecho a  “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Independientemente de que tenga título académico, o no -añado yo. Y todo eso, por mucho que pese al señor Cáceres y a fascistas como él (sí señor, tengo derecho a decirlo basándome en lo que le leo).
Más aún, puedo incluso atreverme a preguntarle si tendría a bien aclararme cuál es la titulación que debe tener una persona para poder escribir acerca de toros. ¿Tiene que ser Periodismo, o le vale Filología Hispánica? Pero, además, ¿es necesario pasar alguna prueba de cultura taurina? Porque, disculpe usted, pero no me imagino a Bernstein y Woodward (aquellos a los que Richard Nixon posiblemente tuviera tanta manía como usted a los weberos), ni siquiera al mismo  Joseph Pulitzer, haciendo una crítica taurina medianamente buena.
Y también me ampara el derecho a decirle a este señor que no sea tan caradura. Porque hay que tener desfachatez para ser capaz de decir lo que dice y, al mismo tiempo, tener una cuenta en Facebook con más de cinco mil amigos agregados, en la que todos los días nos está colocando publicidad de su programa radiofónico taurino y nos insta a participar y a hacer comentarios. ¿Le interesa o no le interesa, por tanto, la opinión de los twiteros intrusistas?
 Como sé que no me va a contestar a nada, porque lo más posible es que ni lo lea, a esto último contesto yo. No, no le interesa para nada. De hecho, casi nunca le he visto responder a uno solo de los comentarios de sus “amigos”. Lo único que pretende es ganar audiencia radiofónica, que los números mandan en su profesión. Por suerte, eso nos diferencia a los blogueros de ustedes, los profesionales. Nosotros opinamos con sinceridad y decimos –de mejor o peor manera- lo que pensamos. Y, por supuesto, jamás le diríamos a un torero que si desea que hablemos bien de él debe empezar por pagarnos el viaje de avión a Cali -o a México, no recuerdo bien.

jueves, 14 de abril de 2011

¿Ciegos o cegados?

Vaya por delante que no tengo ninguna manía a Morante. Ni a Morante, ni a nadie. Lo aclaro por si alguien, suspicazmente, pudiera llegar a pensarlo en vista de que en lo poco que llevo por aquí ya le he dedicado un par de entradas. Lo que ocurre es que, fuera de las ferias serias (y de las menos serias, pero ferias también), si uno ha de atenerse a lo que lee en los portales, de las pocas cosas que suceden en el mundo taurino es que Morante sigue bordando el toreo allá donde va. Y, cómo no, bajan los ángeles del cielo, el toreo soñado se hace eterno, las verónicas de alhelí -que brotan de muñecas manejadas por los dioses- paran el tiempo, y demás gilipolleces  que huelen a ceguera se suceden.
Y digo ceguera porque, en caso de tener vista, no tendrían la desfachatez de colgar el video de los mejores momentos de la épica obra para que cualquier aficionado le pinche y vea la realidad: que la mayor parte de la faena de muleta, el torero se dedica a despedir para afuera la repetidora y encastada embestida de un bravo animalito bovino porque, incapaz de dominarla y de mandar en ella, se dedica a defenderse más que a otra cosa. Y, encima, al bicho le faltan como mínimo un palmo de pitones (eso ya está asumido antes de que salga al ruedo, pues se trata de Brihuega). Sólo eso ya debería ser motivo para que, aunque de verdad hubiera dibujado la obra más grande  de la Historia del Toreo, no se le diera la más mínima importancia ni tuviera eco alguno.
Pero no. Por contra, la supuesta gesta se canta a los cuatro vientos en todos los medios de comunicación imaginables (Internet, prensa escrita, radio, e incluso tele –los programas del corazón, claro, por ser la corrida que era). Visto esto, la cosa llega a ser preocupante, porque el mito se agiganta y la gente, en los tendidos, se rompe las manos a aplaudir y se desgañita gritando “olé” ante cualquier intento de pase, cegados, porque han escuchado que Morante torea como los querubines del Cielo, que sus manos de artista fueron cinceladas en el Paraíso el día que Dios supuestamente debía descansar, y demás cursiladas que, además de a crítico ciego que teme salirse del redil, también huelen a sinvergüenza cegado por el sobre.

lunes, 4 de abril de 2011

La vida sigue igual

Es cierto que la esencia de la canción es aplicable al Toreo ya que, a pesar de las modas, de las reformas, de los toreros que van desapareciendo, de los nuevos que entran en los carteles, etc., el Toreo continúa. Y todavía es más acertada y se ajusta de maravilla al mundo del toro esa parte que habla de los muchos halagos cuando uno triunfa y de los pocos y buenos amigos de verdad que tras los fracasos quedan. Pero, a pesar de ello, no me refiero a nada de eso, sino a que tras la de Fallas ha  transcurrido una nueva Feria, la de la Magdalena (de Castellón), y por lo que me han comentado amigos, y por lo que he leído a mis compañeros de blogs, la cosa sigue igual.
Es decir, que prácticamente no ha ocurrido nada nuevo con respecto a lo que hemos podido ver en Valencia. Que los toros, con el permiso de la autoridad y la complacencia de los malos aficionados que lo toleramos, siguen saliendo de chiqueros mal presentados y afeitados. Y que los toreros, a pesar de que el invierno ya no es invierno para casi todos ellos, vienen a medio gas de hacer las Américas, con los aceros destemplados y los ánimos más bien fríos, como en fase de preparación para las Ferias importantes de la temporada.
 Que los mejores toreros siguen siendo (cada cual que los ponga en el orden que quiera) Manzanares, El Juli y dos o tres más que en Castellón no han tenido suerte en los sorteos (Cid, Perera, etc.). Que Morante hizo lo mejor, como siempre, pero por una causa u otra la cosa duró poco (también, qué curioso, como casi siempre). Y que, ya que la cosa va de canciones, igual que el de José Alfredo lo era, con dinero o sin dinero, Enrique Ponce, toreando o sin torear, posiblemente también seguirá siendo el Rey, quien, aun en horas bajas y sin pasar por Castellón ni por Madrid, seguirá mandando a la hora de hacer y deshacer en las Ferias de mitad de Junio para adelante (es decir, en casi todas).
Y, lo más preocupante de todo, que los toros, antaño festejo popular, cada vez están más cerca de convertirse en un espectáculo elitista. En el caso de Castellón, la entrada más barata, de tendido, costaba treinta y tres euros (cinco mil quinientas de las antiguas pesetas), para ir a sentarse al sol, encima de una piedra, con las rodillas de el de atrás clavadas en tu espalda y sin saber dónde colocar tus pies, a riesgo de sufrir algún problema circulatorio, para ver un espectáculo manipulado de antemano. Que tengan cuidado, que así las cosas no son. Con precios populares, todo eso vale (todo, menos la manipulación, claro); pero que sepan que los que, tarde tras tarde, se pueden permitir estos precios desorbitados, exigen unos ciertos parámetros de comodidad y que no acudirán a la fila quince de sol ni aunque les regalen las entradas. Que cuiden a los aficionados, que el día que decidamos dejar de acudir a las plazas la vida no continuará, igualmente, para los taurinos.

domingo, 27 de marzo de 2011

Reflexiones tras las Fallas


Aunque hace ya más de una semana que terminó el ciclo taurino fallero, la falta de tiempo me ha hecho imposible realizar hasta ahora mi pequeña aportación a la inmensa cantidad de resúmenes  que a estas alturas ya deben circular por la blogosfera taurina. Me juego el cuello a que coincido con casi todos mis compañeros en que ha resultado vergonzosa la presentación de la mayoría de los toros que, con el beneplácito de veterinarios y presidentes de turno, han saltado al ruedo. Además, una vez más se ha cumplido el Teorema de las Figuras de Pacotilla, que más o menos viene a decir que “el trapío de los toros que saltan al ruedo, es inversamente proporcional al caché de los toreros que se encargan de darles lidia y muerte”. Si a esto le añadimos la crisis en la que nos hayamos sumidos y que, por menos de lo que pagaríamos por la almohadilla, podemos levantarnos de la siesta y disfrutar tranquilamente de la corrida en casa, relajados en el sillón, sin mojarnos ni pasar frío, ni calor, ni agobios de transporte público, pues ocurre lo que ha ocurrido porque tenía que ocurrir: que, quitando un par de tardes, el resto ha quedado mucho papel sin vender (y encima del de sombra, que es el caro).
Por cierto, que uno de los grandes fracasos del cada vez menos maestro Enrique Ponce –quien, como se descuide, se va del Toreo de puntillas-, es que no fue capaz de llenar ni tres cuartos de plaza el día de San José. Claro, que si la gente hubiera sabido la gatada que iba a salir por chiqueros, quizás no habrían ido ni las falleras que pasaban gratis. (¿O, acaso, esa chufla de marketing machista fue otro día y no el 19?). Marketing, y nada más que marketing, porque Simón, Nacho y compañía seguramente piensan que toda señora o señorita que va a los toros no lo hace sola, sino que necesita compañía masculina, que sí que cotiza en taquilla por las ganas de la parienta de ir un día a lucir moños y peineta por si la sacan los del Plus en la tele. Y porque, si en vez de marketing, se hubiera tratado de un detalle, ¿por qué no lo tuvieron cada tarde con un colectivo? Por ejemplo: un día con los abonados de otros años que éste se encontraran en situación de desempleo; al otro, con los niños y adolescentes, que serán los que en el futuro deben mantener vivo este grandioso espectáculo; etc., etc... Pues porque no. Porque los parados vienen solitos, sin nadie que tenga que sacar una entrada para acompañarlos. Y en cuanto a los niños, no tienen la misma fuerza de arrastre que la esposa, amiga, novia o querida, que, según dicen, tiran más que dos carretas.
Para terminar, que me voy poniendo pesado ya, no voy a entrar en pormenores respecto a actuaciones de toreros y juegos de toros, pues más o menos lo he venido haciendo en la medida de lo que he podido opinar. Pero sí que he de confesar que se dibujó una sonrisa en mi cara cuando leí que Manzanares había sido declarado el triunfador oficial de las Fallas 2011. Y eso que la mayoría de los miembros del jurado, unos días antes, proclamaban en sus escritos que el alicantino había perdido el triunfo por el mal manejo de los aceros. ¿En qué quedamos entonces? ¿Acaso se disfrazan de Mr. Hyde cuando, a la hora de votar, echan mano de la ya abolida Ley del Paisanaje? Me da a mí que sí. Menos mal que, al menos, no se les ocurrió crear sobre la marcha el Premio al Detalle Torero y soltárselo al Barrera (Vicente), por la vergonzante ocurrencia del sobrero el día 12.

sábado, 19 de marzo de 2011

Con éstos sí que se puede triunfar

Emocionantes las embestidas del cuarto. Eso sí que es un toro de triunfo, con independencia de su bravura en el caballo. Y me explico, antes de que alguien me crucifique o, casi peor, me queme aprovechando la noche del 19. Me gusta, evidentemente, un buen puyazo. Y ver a un toro arrancarse de largo y, con la cara debajo del peto, empujar con los riñones, con fijeza, creciéndose ante el castigo y romanear. Y tiempos atrás, cuando la lidia del toro se basaba en las acometidas al caballo para atemperar su embestida y a una breve faena del matador sobre las piernas para matarlo, el uso de estos parámetros como instrumento básico a la hora de medir su condición era lógico.
Pero las artes se modernizan y el toreo, como tal, no ha de ser menos. Hoy en día han cobrado peso otros tercios, en especial el último; y, dentro de este, la faena de muleta. Es más, todo el mundo del toro asume que es esta labor (si es rematada con la espada, claro) la que debe –o no- propiciar el triunfo a los toreros. Da igual que se haya bordado la actuación con el capote, lo que haya ocurrido en el encuentro con el caballo o durante el tercio de banderillas, e incluso que el torero recete la estocada del siglo. Sin treinta pases con la muleta (y no de cualquier manera, que exigimos que sean templados, artísticos, que el torero se cruce, que no meta el pico, que la suerte esté cargada, que no cite fueracacho, que dé la distancia correcta, que se lo pase cerca, que no ceda terreno, que lleve al toro toreado y que ligue los muletazos, como mínimo) lo más normal, salvo contadas excepciones, es que nadie corte una oreja. Y más vale que no lo hagan, que los más entendidos serán los primeros en cuestionarla.
Una vez asumidos estos cambios y los tiempos modernos en que vivimos (no los de Chaplin, sino los del siglo XXI), deberíamos pensar que el prototipo de  toro de triunfo, que no se debe marchar con orejas, es el que lidió en segundo lugar el Cid (y algún otro de los que ayer saltaron al ruedo, pero éste sobre todo). Qué gustazo verlo, antes de la faena de muleta, en las banderillas, cuando en un capotazo de Cayetano giró casi 360 grados, planeando. Y cómo, con inusitada fijeza, esperaba a que Perera esperara la retirada del picador para instrumentarle un quite. La misma fijeza que demostraba entre tanda y tanda, antes de galopar con alegría, ritmo y nobleza hacia la poderosa muleta del El Cid, quien, con mano baja, ligazón y largo trazo en sus muletazos, templó las repetitivas embestidas encastadas de la res, realizando la que de momento puede ser la faena de la feria (si hubiera cortado un poco antes la labor, mucho mejor hubiera sido). En su otro toro llevó a cabo una medida y templada labor ante un toro de buena condición que le vino pequeño dada la escasa transmisión de sus embestidas.
Además de esto, se vieron otras cosas importantes, como una muy firme actuación de Perera ante dos toros de muy distinta condición. Bueno su pequeñajo primero, en el que destacaron la ligazón y el temple, así como la parte final de la faena en la que acortó terrenos e hizo pasar al toro por espacios que parecían inexistentes. Complicado el quinto, ante el que aguantó las  miradas del bicho cuando tenía que decidir entre muleta o torero. Estuvo muy firme y valiente, sobre todo en el arrimón final marca de la casa, en que puso a la plaza en pie. Por su parte, Cayetano sólo pudo demostrar ganas, que quedaron patentes en el recibo a porta gayola de su primero o en detalles como el entrar a matar con la espada en la mano izquierda porque se había partido con anterioridad el pitón derecho. Con el sobrero de Zalduendo que pechó en sexto lugar no pudo hacer nada, salvo matar mejor de lo que lo hizo.
Por cierto, que hubo toros impresentables para una plaza de primera categoría como es Valencia. Pero bueno, eso es algo ya usual que no merece la pena repetir día tras día.

jueves, 17 de marzo de 2011

Los Fuente Ymbros de Fallas


Me ha sorprendido mucho que la mayoría de la prensa especializada -y los blogs de aficionados a los que tengo en alta consideración- han puesto por las nubes la corrida de Fuente Ymbro lidiada ayer tarde en el coso de Játiva. También, que han cargado tintas contra los tres matadores que en ella tomaron parte. Me parecen válidas todas las opiniones, pues para gustos, dicen, los colores. Pero, por ese mismo motivo, me mosquea tal unanimidad. Desde luego, bien cierto y objetivo es que no hubo ningún triunfo gordo ni ninguna faena sobresaliente, pero todo es matizable antes de generalizar.
Y, puestos a matizar, lo primero que hay que analizar es la corrida lidiada. No hay en España un buen aficionado (o que pretenda serlo) que no sepa quién es Ricardo Gallardo y de lo encastado de sus toros y novillos, procedentes de Jandilla -como el Padrenuestro lo recitan si lo preguntamos en el examen de aspirante a taurino de pro. Por eso, toro de Fuente Ymbro que se mueve y repite sus embestidas, toro bravo que no se debe ir al desolladero con las orejas puestas. Da igual que la acometida sea cansina, sin entregarse y con la cara por las nubes, como el primero de ayer tarde; o que lo haga con malas formas y con poca nobleza, como el cuarto. ¿Qué más da, también, que sea un novillo impresentable que no debería haber pasado el reconocimiento, como el segundo (que a la postre dio un gran juego)? Y, por supuesto, ¿cómo reconocer que, si han repetido las ásperas embestidas a regañadientes, como tercero y sexto han hecho, es porque un torero vulgar como Pinar ha dado una lección de temple y técnica, dejando la muleta puesta en la cara del toro y tirando de él?
  Y con tal material, y en tarde ventosa, lluviosa y fría van y generalizan diciendo que los toreros desaprovecharon la ocasión de su vida. Permítanme que discrepe en parte con ello. Creo que Curro Díaz sacó todo lo que se podía sacar ante tales circunstancias. No le faltaron ganas y, ante el lote ya comentado, dibujó algún que otro estimable natural y pases sueltos de gran estética. Por si era poco, aún sabiendo que no tenía nada que ganar, en el cuarto de la tarde se tiró a matar tan por derecho que sufrió una cogida muy fea. Y en cuanto a Pinar, está claro que es un torero que no ha sido dotado con el don de la estética, pero en dos días que lleva de matador de toros ha cortado más orejas en plazas de primera categoría (Madrid incluido) que muchas de las figuritas del escalafón y parece ser que cuesta trabajo reconocerle dichos méritos. Es un torero inteligente y poderoso y ayer, pienso, lo demostró sobre todo con la muleta en la mano derecha.
  En lo que no hay discusión es en lo de Tejela. Una lástima lo de este muchacho, pues tiene clase a raudales. Este sí que tuvo enfrente dos grandes enemigos de triunfo y los desaprovechó. En el segundo no estuvo nada confiado. En vez de enganchar al toro y traerlo toreado, se limitaba a poner la muleta, dejarlo pasar y acompañar la embestida (además de que muchas veces, al natural, se ayudaba sin que en ese momento fuera necesario). Y así, las cosas no se hacen. Y menos, ante un toro bravo. En el quinto, un astado con transmisión y más calidad y templanza en sus embestidas que el segundo, más de lo mismo. Se centró un poco en alguna tanda de derechazos y, por medio, dejó algún que otro natural suelto de gran trazo, pero no hubo continuidad. Dice que está contratado para Castellón, Sevilla y Madrid. Pues que aproveche, antes de que se le agote el crédito que se le debía haber acabado hace bastante tiempo.

domingo, 13 de marzo de 2011

Más sombras que luces en la primera de Fallas

                Ya me he dado cuenta de lo que ocurre en Valencia. Las figuras del toreo y demás interesados, están calibrando y tomando medida a ver hasta dónde llega el aguante de los aficionados. Por eso, año tras año, saltan al ruedo toros con menor trapío. Y todo ello, con el permiso de la autoridad (del Presidente, vamos) que es quien, en última instancia, tiene la potestad de decidir si una res se lidia o no. Lo de ayer –a excepción del tercero, si me apuran, que tenía un poco más de cuajo- era para haber provocado la “Primera Revolución Taurina” de la Historia. Y sin embargo, a pesar de las cinco sardinas con cuernos que salieron por chiqueros, todo lo más que se escuchaba era alguna ligera protesta que, en cuanto el de las luces salía y le daba un capotazo al animalito, era acallada por los “olés” de la mayoría.
            Con todo y con eso, incluso los aficionados salimos con un sabor agridulce de la plaza porque tuvimos la suerte de que el único toro medio presentable cayera en manos de El Juli, quien, posiblemente, hoy en día es el torero más poderoso del escalafón. Además, tenía casta y embestía con transmisión y nobleza -virtudes que no desaprovechó el madrileño. Cuatro series templadas y mandonas de derechazos de mano baja, toreando de verdad, y remates de todo tipo sin rectificar un ápice de terreno bastaron para poner a la plaza en pie en más de una ocasión. Luego, el  toro hizo amago de rajarse y con la izquierda  la actuación bajó de nivel, por lo que terminó echando mano del repertorio de las espaldinas y otros recursos efectistas para asegurarse las dos orejas. Al final la cosa quedó en una porque la estocada que le recetó fue precedida de un pinchazo. Pudo haber arrancado otra oreja del sexto, un torete que tenía muy mala leche. En ningún momento humilló y cada vez que embestía se pensaba si ir hacia el trapo o hacia quien se lo presentaba. Se la jugó de verdad Julián e incluso fue capaz de ligarle muletazos con gran mérito, pero una estocada trasera y el reiterado fallo con el descabello le privaron de la salida a hombros.
            Dio la sensación de que Enrique Ponce estuvo a medio gas. En su primer enemigo realizó una faena correcta, templada, sin apreturas y con pases a media altura ante otro astado impresentable de sosa embestida. Y en el cuarto de la tarde, pues más de lo mismo. El caso es que, como casi siempre, no estuvo demasiado mal, pero son ya muchos años los que lleva Enrique haciendo lo mismo (con alguna salvedad) y la gente ya se cansa. Pudiera ser que tuviera que plantearse el valenciano la retirada de los ruedos, si todavía quiere hacerlo con la gloria que se merece.
            El que sí que parece que se retira es Barrera. Un alivio para los aficionados valencianos que, salvo por algún desacuerdo económico o de fechas, han tenido que tragarlo durante no sé cuántos años en los carteles de Fallas, feria de Julio y otras extraordinarias, sólo por el hecho de ser valenciano (alguna vez, es cierto, estaba por lo alto del escalafón y eso le daba el derecho). Cada año que pasa, su toreo, en vez de ganar en calidad, como se supone que debería hacer, lo hace en apatía y vulgaridad. Encima, por si no bastaba con dos -aunque al segundo lo tuvieron que apuntillar en el ruedo dada su falta de casta y fortaleza- regaló un sobrero (cosa que no veo yo demasiado bien) y le dieron una oreja. Mejor: si lo que buscaba era un triunfo de despedida ante su afición, aquí lo tiene. Que no pida más, no sea que lo devuelva.

sábado, 5 de marzo de 2011

Morante, los morantistas y mi salud

Pido perdón a los lectores de este blog, pues llevo varios días sin actualizar sus contenidos. No es por excusarme, pero una pequeña parte de culpa es de Morante de la Puebla. Y digo pequeña, porque la mayor es de aquellos aficionados y críticos taurinos cuyos escritos y comentarios me han hecho estar toda la semana de médicos y pruebas.
La cuestión es que el lunes por la mañana, después de haber leído y escuchado acerca de la actuación de Morante en Vistalegre  cosas como “sus caricias comenzaron la obra”, “una faena venida desde donde no existe el sexo, de allá donde se dice que son los ángeles,”, ”se vieron las musas todas juntas”, ”dibujaba, borracho de torear, carteles de toros” o “la consecuencia del movimiento de las muñecas de Dios, que ahora las tiene Morante”,  acudí, raudo, a buscar por la red algún video de tan grandioso espectáculo. Media hora después –por suerte o desgracia, gracias a internet, hoy en día es fácil encontrar pruebas gráficas de casi cualquier acontecimiento- me encontraba, desesperado, en la sala de espera de mi médico de cabecera.
Menos mal que no tuve que aguardar mucho allí, pues, Morantista como es él, le indicó a la enfermera que me hiciera pasar sin demora en cuanto le contó lo que me ocurría: que venía urgentemente, sin pedir cita, porque del trasteo del de la Puebla lo único que había sacado en claro era que el torero no había estado mal, y que había tenido algunos detalles interesantes (sobre todo al final de la faena) ante un animalito de raza “toruna” que embestía como un carretón, pero que faenas como ésa las había a docenas todas las temporadas; es más, había llegado a la conclusión de que si en vez de de haber nacido en La Puebla del Río, provincia de Sevilla, este torero fuera de Barakaldo (por decir, nada más) llevaría ya tiempo trabajando en los altos hornos (también por decir) porque nadie le habría consentido ni esperado tanto.
Bastante preocupado, por si pudiera tratarse de una pérdida irreversible de alma, el doctor me recomendó realizarme unas pruebas urgentes y que visitara a una serie de especialistas, pero todo eso ya no viene a cuento. El caso es que, en resumen, al final la cosa se ha quedado –según  los informes del psiquiatra y del neurólogo- en una “leve y pasajera atrofia de las terminaciones nerviosas emocionales, causada por una elevadísima concentración en la sangre de  proteínas inmunes  que mi cuerpo ha segregado para evitar cabrearme demasiado ante los últimos sobresaltos que el Gobierno no para de darnos con sus absurdas medidas “anti-todo” y “pro-nada””. Vamos, que si Dios quiere (y Zapatero no lo impide) todavía me queda mucha guerra que dar por aquí.

martes, 22 de febrero de 2011

Futuro poco halagüeño

Leí hace poco en el blog de un compañero (Paco Montesinos) acerca del desliz cometido por Ignacio Lloret -uno de los socios empresarios de la plaza de Valencia-, que al ser preguntado acerca del futuro de la Fiesta asumía que el toro no sale íntegro a los ruedos. Cierto es que nada nuevo nos descubre Ignacio; pero sorprende, eso sí,  que un empresario de plazas de primera y segunda categoría admita el fraude. Ojalá y en otro arrebato de sinceridad llegue a reconocer que él, como buen aficionado que es -y de ello puedo dar fe- no pagaría ni un duro por asistir a algunos de los carteles que en sus cosos se anuncian.
Pero dejemos a Ignacio, que no va por ahí la cosa en esta ocasión. La cuestión es que soy de distinta opinión: no creo que la manipulación de las reses sea la única, ni la principal causa que acabe con las corridas de toros, pues ese atropello viene sucediendo desde muchos años atrás y los aficionados  continuamos acudiendo, dando ya por hecho que tenemos que tragar con ello en la mayoría de las plazas del mundo (a excepción de Las Ventas, Bilbao, Pamplona quizás, y poco más).
 Es, sin embargo, la codiciosa ambición humana por el dinero (y por conseguirlo de la manera más fácil y rápida posible, sin ningún tipo de escrúpulos ni remordimientos) la razón por la que la Fiesta de los Toros verá amenazada su sostenimiento en el futuro. Y no tendremos que esperar mucho. La avaricia de toreros, ganaderos, o empresarios –o todos ellos, a la vez- es la que hace que hoy en día las corridas de toros hayan pasado de ser un festejo popular a convertirse en un espectáculo elitista al que, dados los precios de las entradas y la actual situación de crisis económica en que estamos sumidos, sólo van a poder asistir las clases más alta de nuestra sociedad.
 Veamos, como ejemplo, el caso de la inminente Feria de Invierno de Vistalegre. Con la excepción de las filas más altas de la zona equivalente al sol, los precios del resto de entradas oscilan entre los 40 € y los 125 €. Vamos, que hay que “soltar” unas 6.000 pesetas de las de antes por sentarse, con suerte, en una fila 17 de sol sobre la puerta de toriles, para ver si el matador de turno viene con “ganas de trabajar” (como dicen en mi pueblo) ante un toro al que, como bien sabe Nacho –y nosotros también-, como mínimo le faltan dos dedos de pitones. Y encima, sin más derecho a protesta que el de pegar cuatro voces o silbidos que no constituyan alteración del orden público, y que, desde tu asiento de la fila 25 enfrente de los capotes, lo más probable es que ni siquiera lleguen a los oidos de sus destinatarios.

sábado, 19 de febrero de 2011

Pasodoble

   Para ir calentando motores, que el próximo fin de semana ya hay cosas interesantes en Vistalegre, aquí os dejo enlazado el pasodoble de Dávila Miura. Junto con el de Nerva, la banda del maestro Tejero lo ha dejado reservado para las vueltas al ruedo triunfales, en Sevilla, y no lo interpretan durante la actuación de los toreros.
Por cierto, ¿qué imágenes le pondriáis cada uno? A mí, personalmente, con una buena faena de El Cid, Caballero, Manzanares o  El Juli, por decir algo, me valdría.
Dávila Miura.mp3

viernes, 18 de febrero de 2011

Recuerdos

Mis primeros recuerdos taurinos se remontan a hace ya más de treinta años, en mi plaza de Albacete. Apenas tenía siete años de edad cuando, al no haber entradas libres cerca de su abono, mi padre me llevaba a un asiento en el otro extremo de la plaza y, pidiendo a mis vecinos de localidad que me cuidaran, allí me dejaba hasta que al finalizar el festejo volvía para recogerme. Como era de esperar, no me enteraba de mucho de lo que en el ruedo ocurría, pero allí aguantaba sin perderme detalle de nada. Por eso, al poco tiempo –y gracias al esfuerzo económico que mis progenitores tuvieron que hacer- me convertí en abonado del tendido 5, en cuyos asientos de duro cemento aprendí de mi padre casi todo lo que hoy sé de toros. De esa época jamás se borrarán de mi memoria hechos que,  hoy en día, todavía me hacen sentir escalofríos: los triunfos apoteósicos de Dámaso González; la muerte del espontáneo la tarde que, a la postre, supondría la retirada de El Cordobés de los ruedos; la pelea a puñetazo limpio entre Alfonso Navalón y José Mari Manzanares en el festival homenaje al mencionado espontáneo; o la grandiosa faena del propio Manzanares a un toro de Marcos Núñez una tarde en la que vestía de grana y oro.
También me vienen a la mente la última tarde en que Paquirri  (el de verdad) actuó en Albacete, y cómo, ante la incapacidad de los cabestros de  devolver a un toro a los corrales, cogió la fusta del mayoral y él solo se las apañó para arreglar el desaguisado; y la famosa corrida con Paquirri, Dámaso y Capea en el cartel, que obtuvo tales éxitos artísticos que la llegaron a repetir hasta tres años consecutivos. Y tampoco creo que me olvide de aquel nefasto día en que el albero se cubrió por completo de almohadillas después de que Antoñete, Ojeda y Emilio Muñoz asesinaran a seis toros en poco más de una hora. Pero, lo que estoy seguro que siempre recordaré, es aquella ilusión con la que tarde tras tarde acudía a la plaza dispuesto a divertirme y aprender con todo lo que allí ocurría, completamente inocente y desconocedor de afeitados, cambios de cromos, pico de la muleta, fueracachos, suertes descargadas, ganaderías toreristas, muletas retrasadas, cites perfileros al hilo del pitón, monopuyazos, vetos entre compañeros y demás chanchullos que, hoy en día, hacen que en ocasiones me sorprenda fiscalizando lo que en el ruedo está ocurriendo en vez de disfrutándolo.


martes, 15 de febrero de 2011

Fallas 2011: precios y carteles

   Hace unos días se presentaron, en Valencia, los carteles del abono taurino de las Fallas del 2011. Y anda la gente por allí mosqueada porque, según dicen, los precios han subido bastante en relación a los del año pasado. Sin embargo, supongo que la empresa dirá que esto no es del todo cierto; que lo que ha ocurrido es que, como consecuencia de la remodelación que se ha llevado a cabo en la plaza, se han perdido las filas más altas de los tendidos, por lo que estas entradas directamente han desaparecido y el resto de localidades han tenido que subir un poco su precio (que no es tanto, si se mira bien) para compensar la pérdida de aforo.
   Hasta ahí, todo correcto... E incluso sería bastante lógico si no hubiera una primera parte que se callan, y que la mayoría de los abonados nos planteamos: ¿Acaso no ha sido suficiente para recuperar dicha pérdida el acartelar a toreros como Barrera (que bastante es que agradezca que lo hayan metido en la feria), a Tejela, o a Aguilar (toreros de la casa, a quienes a final de temporada, si no sucede nada importante en Madrid, les van a liquidar cuatro “perras” para pasar parte del invierno), a Juan Bautista (a quien el año pasado se le "fue" el toro de la Feria, y que dudo si cobrará para los gastos o si, a cambio, luego Luc colocará a algún torero de Casas en Arles), a Paquirri (que imagino que el mayor mérito que ha hecho para estar en Fallas debe ser que es socio de Simón en Málaga) y a otros toreros que, aún teniendo interés para el aficionado, no dejan de ser baratos para la empresa porque, si no tragan con el parné que se les da, son sustituibles por otros y nada pasaría, como Abellán, Leandro, Curro Díaz, Talavante, etc., etc.?
   Ya veremos al final qué ocurre. Igual es cierto que se han excedido y la remodelación, y sus nuevos asientos (vacíos, eso sí), van a lucir que no veas por el Plus. A mí, que nunca he fallado en Fallas, cada vez que paso por delante del descodificador del canal de pago, la gran duda me asalta y, cual príncipe danés (con mando a distancia en la mano, en vez de calavera), me pregunto: "Abonarme o no abonarme. Ésa es la cuestión". Y eso que todavía me permiten fumar en la plaza.

lunes, 14 de febrero de 2011

Presentación

   De siempre me ha encantado, como al abuelo Simpson , de la serie de la "Fox", redactar escritos a quien corresponda (Presidencia del Gobierno, empresa tal u Organismo cual) con mis opiniones, quejas, sugerencias y demás, aun a sabiendas de que iban a caer en saco roto. Por ello, el descubrimiento de la blogosfera (mundo en el que apenas acabo de salir de la incubadora, aunque sé de su existencia desde hace bastante tiempo) ha resultado ser para mí una agradabilísima sorpresa, al encontrarme con un espacio físico en el que poder llevar a cabo una de mis prinicpales aficiones y que, además, me brinda la posibilidad de que algún alma perdida por el ciberespacio tenga la bondad de compartir mis inquietudes.
   Por cierto, que dije que la cosa iba de presentaciones y a ello voy: me llamo Javier, y tengo 39 años. El resto ya irá saliendo, poco a poco, si hubiere lugar a ello. Ah, eso sí, una de mis pasiones son los toros, por lo que este espacio girará prácticamente en torno a ese mundo.