sábado, 28 de enero de 2012

Fallas para aficionados

Por fin parió la burra. Ya están aquí los carteles de Fallas y, para la alegría de los buenos aficionados, la verdad es que son una mierda (con perdón). Y, dada su alta susceptibilidad y la facilidad de éstos para sentirse ofendidos a la mínima, que quede bien claro que los catalogo así porque como tales se autoproclaman ellos mismos en foros, grupos de discusión en páginas de redes sociales y blogs taurinos, al afirmar que los realmente entendidos son aquellos que acuden a la plaza los días que en los carteles se anuncian toreros segundones -da igual el ganado, aunque si no lleva Domecq en su nombre mejor todavía-.
 El resto somos chusma, público de clavel, espectadores paletos y no sé qué más cosas que, ante el dilema de a qué festejo asistir (maldita crisis), acudimos al reclamo de unas figuras que nos engañan. Y lo hacen  porque, según sus opiniones, el toreo realmente auténtico corre a cargo de los desgraciados que no han tenido la suerte de triunfar todavía (aunque algunos lo llevan intentando media vida).
Pues nada, así será si ellos lo dicen. No me da ninguna vergüenza reconocer que soy el peor de toda esa escoria: prefiero cinco  verónicas y media de Morante antes que diez mil capotazos de todos los demás del escalafón –incluidos los G9 restantes-. Y afirmo, con orgullo, que me ofrece mucha más garantía el poderío y mano baja de El Juli, la clase, largura y despaciosidad de Manzanares, el valor sereno y la facilidad para templar en cercanías de Castella y Perera, la mano izquierda de El Cid y la maestría y capacidad de Enrique Ponce (del que critican, sin razón alguna, su doble presencia en los carteles) que los José Calvo, Thomas Dufau  (¿?), Alberto Aguilar, etc., quienes, nerviosos y acelerados por la necesidad de triunfos ante la cercanía de la cola del paro, y excusándose en la falta de actividad, posiblemente no estarán a la altura de las circunstancias.
Y aunque lo de Padilla en Zaragoza me conmovió y me dio tanta lástima como al que más, no me sonrojo al afirmar que no me atrae en absoluto su presencia en uno de los pocos carteles estrellas del ciclo fallero, junto a Manzanares y Talavante. Pero ya les dije que no soy tan buen aficionado como aquellos que años atrás se burlaban de su tauromaquia (y hasta de su persona) y ahora ven con buenos ojos su inclusión. Ni tan buen aficionado, ni tan hipócrita.

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